BARCELONA (Ioh Stridbeck, 1711)

En el año 201 a. C el ejército romano conquista Barcelona a los cartagineses. En aquella época parece que el nombre de la ciudad era el de Barca, en honor a la famosa dinastía cartaginesa. Los romanos la rebautizaron como Barcino y planificaron su desarrollo urbano siguiendo un trazado ortogonal, a partir de dos calles principales (cardo y decumanus) que se cruzaban perpendicularmente.

La ciudad romana, que hoy se correspondería con el Barrio Gótico, creció de forma desordenada durante la Edad Media, caracterizándose por un trazado viario irregular, donde las diversas calles no se adaptan en absoluto a ninguna directriz. En la imagen se puede observar una gran vía en la zona del Raval, que corre paralela al perímetro de la primera muralla e intenta comunicar la periferia con el casco antiguo.

Entre las edificaciones más importantes que se distinguen en el núcleo medieval de Barcelona se encuentran la Catedral, la Casa de l’Ardiaca y el Palau Episcopal. Por el otro lado de la catedral, siguiendo la calle Comtes de Barcelona, se llega al Palau del Lloctinent, de mediados del siglo XVI, tras el cual se abre la Plaza del Rei, presidida asimismo por el Palau Reial Major, antigua residencia de los Condes de Barcelona, y la Casa Clariana-Padellàs. Otra zona importante era la de la calle Montcada, lugar de residencia de la nobleza y los comerciantes adinerados del Barrio de La Ribera. Allí podemos observar varios palacios de la época, como el Palau Dalmases, residencia del mercader austracista Pau Ignasi de Dalmases i Ros.

Las principales zonas de acceso a la ciudad vieja eran la Puerta de San Daniel, la Nueva, la del Ángel, la de San Antonio y la Central. Otros edificios de carácter militar eran el Fuerte de Montaña, el Fuerte de los Judíos y el castillo, dentro de la propia ciudad. Por lo que respecta a los edificios religiosos están presentes los conventos de Bonsucces, Ángeles, Carme, Sant Josep, Trinitarios, Sant Agustí, Santa Mónica, Jerónimas.

El monasterio de Sant Pau del Camp fue el primer núcleo importante del Raval, anterior al siglo X, en torno al cual hubo una pequeña villa medieval vinculada al monasterio. El crecimiento de Barcelona configuró al Raval en el espacio que toma forma de diamante, entre el segundo cinturón de murallas, de Jaume I (1268) y la Rambla. El tercer cinturón de murallas fue iniciado por Pedro el Ceremoniós (1348), y abarca desde las rodas hasta la avenida del Parallel. En la imagen, dibujada en el contexto histórico de la Guerra de Sucesión Española, destaca especialmente esta última muralla, que fue fortificada en el siglo XVI con baluartes triangulares, dándole a la ciudad una curiosa forma estrellada.

A finales del siglo XV, a causa de las dificultades económicas provocadas por el desplazamiento del comercio marítimo hacia el Atlántico y la guerra contra Juan II, la ciudad se arruinó. Las pestes y epidemias paralizaron su crecimiento y algunas zonas como el Raval quedaron limitadas a actividades básicamente agrícolas. La ampliación urbanística posterior sobre esta zona se debió a que la ciudad se encontraba ahogada por las murallas. Esto daría lugar a la creación de los ensanches ya en el siglo XIX.

David Moreno Marín 

 

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