05/3/13

ALICANTE (Alfred Guesdon, 1840)

La siguiente imagen se trata de una litografía realizada por Alfred Guesdon (1808-1876) en el año 1840 y nos muestra la ciudad de Alicante a mediados del siglo XIX. Fue publicada en una revista de París llamada “La Illustration, Journal Universel de París”. Formaba parte de una serie de imágenes realizadas en once ciudades españolas, bajo el título “España a vista de pájaro”.

Como podemos observar, Alicante estaba rodeado de murallas y toda la ciudad crecía dentro de éstas. Las murallas (al igual que el castillo) continuaron sirviendo como defensa para la ciudad, ya que en el siglo XIX se sufrieron enfrentamientos bélicos de importancia, especialmente, la gran amenaza de Napoleón. A mediados de siglo, las murallas comenzaron a ser un impedimento para el crecimiento de la ciudad, por eso, aprovechando la visita de la reina Isabel II para inaugurar la estación ferroviaria entre Alicante y Madrid, se le pidió la retirada de estas murallas, respondiendo ésta con el sí. A partir de este momento,  comienza la “Guerra de las Murallas” para conseguir el emplazamiento de la ciudad más allá de sus murallas.

En el lado derecho e izquierdo de la ciudad podemos observar dos castillos. El castillo de la izquierda es el de San Fernando, construido en la Guerra de la Independencia con el propósito de ser una prisión. También sirvió para reforzar las posibilidades de defensa del castillo de Santa Bárbara (situado en la parte derecha de la imagen). El castillo de San Fernando no se llegó a estrenar, ya que Alicante no fue atacado por las tropas francesas. En cambio, el castillo de Santa Bárbara se pensó como una fortaleza insuperable aunque, a mediados del siglo XIX, fue perdiendo su valor militar y se transformó también en una prisión. Además, podemos ver en la imagen los dos baluartes más importantes construidos para la defensa de la ciudad: el baluarte de San Carlos y el Baluarte de San Francisco y Muntanyeta.

En cuanto a la estructura de la ciudad y el trazado de las calles tenemos que diferenciar dos zonas. En la zona más próxima al castillo de Santa Bárbara, podemos observar la parte más antigua de la ciudad, por lo tanto, el trazado de las calles y su estructura es muy irregular debido a su origen medieval. En esta zona encontramos los monumentos más antiguos de la ciudad, como: la catedral de San Nicolás, el ayuntamiento o la basílica de Santa María. En cambio, la parte derecha, muestra un plano más regular como consecuencia del crecimiento económico de la ciudad por el comercio. Esta zona es la parte más “moderna” de la ciudad, donde se construyeron los primeros comercios, las viviendas y la construcción del ferrocarril en el año 1858. Tampoco tenemos que olvidar que la ciudad no crece hasta la retirada de sus murallas a finales del siglo XIX y que toda la ciudad está delimitada por la costa y por algunas cadenas montañosas.

El puerto de Alicante era el principal motor económico de la ciudad. En el año 1778 consiguió ser el puerto más importante de la Comunidad Valenciana gracias al permiso para poder comerciar con América. Aunque a principios del siglo XIX el comercio en Alicante sufrió una crisis por el descubrimiento de la sosa artificial, a mediados de este siglo se recuperó por el crecimiento del comercio portuario, así como con las exportaciones e importaciones. El puerto de Alicante era frecuentado por buques de todas las nacionalidades: ingleses, franceses, suecos, sardos, belgas, holandeses y anglo-americanos. Gracias a este tránsito se empezó a ampliar la zona comercial de Alicante, donde todos los comercios se situaban alrededor del puerto para recoger los productos de los buques y venderlos a los habitantes. También era de vital importancia el comercio interior con mercancías extranjeras, coloniales y del país. Uno de los destinos más importantes fue el transporte hacia la Corte, que se realizaba en carruajes con tiros de mula. Con la llegada del ferrocarril en el año 1858, se vivió una gran expansión económica, ya que permitía el transporte de productos entre Alicante y Madrid. Asimismo, se realizó un tratado con Francia para la exportación de vinos, que hizo que se exportaran grandes cantidades desde las tierras de Catilla la Mancha.

Actualmente, en la ciudad de Alicante destacan las actividades económicas de comercio y de turismo apoyado por el buen clima, las playas, el patrimonio histórico y su oferta de ocio. Uno de los principales elementos del comercio es el puerto de Alicante, que se caracteriza por el transporte de mercancías y de pasajeros, además de la actividad pesquera.

Cristina Maqueda Damas

06/24/12

ALICANTE (1794)

Para realizar este trabajo hemos tomado como referencia un plano de la ciudad de Alicante,  realizado en el año 1794, cuyo autor es anónimo. En la parte inferior existe una leyenda que dice  “Vista Geométrica de las Murallas, Torreones, Batería de las Forcas, Baluarte de San Carlos y el Proyecto nuevo”, y en el ángulo inferior derecho encontramos la “Explicación” o clave del plano. En la parte superior, a la izquierda, podemos encontrar el título en cartela arquitectónica y, sobre ella, el escudo de la ciudad.

Se trata de un relieve sombreado, a la acuarela en ocre, imitando las curvas de nivel. Existe representación de cultivos y arbolado. Según la información de la Biblioteca Nacional, el manuscrito se encuentra sobre papel iluminado a la acuarela en verde, ocre y azul, mientras que las edificaciones están coloreadas en carmín. La imagen nos sirve para analizar la tipología de plano urbano, que todavía a finales del siglo XVIII presentaba una morfología irregular, en el que las calles no presentan un orden fijo.

El contexto histórico en el que se sitúa es a finales de la Edad Moderna. Durante los siglos que van del XVI al XVIII Alicante se fue afirmando como ciudad, configurándose poco a poco como un enclave portuario en el que el comercio adquiría progresiva importancia. En este tiempo se produjo un notable crecimiento urbano acompañado de un incremento de las actividades económicas, entre las que se incluyen la agricultura y el comercio. La sociedad se fue enriqueciendo con aportes migratorios de procedencia diversa y Alicante se configuró cada vez más como un lugar emprendedor, donde era posible realizar buenos negocios (de ahí que se instalaran diversas compañías europeas).

El plano nos muestra Alicante en el año de 1794, en el que se enfatiza el interés por las defensas militares y por poner en condiciones los cuarteles existentes en la ciudad. Son numerosas las referencias documentales a este respecto, provocada por el ambiente de inestabilidad política reinante en aquella época. Las copiosas lluvias caídas en la región entre 1792 y 1797 ocasionaron deterioros importantes en el trincherón, construido a principios de ese siglo, así como en el Baluarte de San Carlos, que se detalla en el mapa. A consecuencia de ello, el 26 de mayo de 1794 el rey aprueba por Real Orden que se conserve la muralla o trincherón, y que en el Baluarte de San Carlos se hagan las reparaciones necesarias.

La estructura de la ciudad de Alicante está condicionada por tres elementos fundamentales que han configurado históricamente su asentamiento y desarrollo: la topografía, el núcleo edificado y la costa.

En relación al primero, el condicionante topográfico, cuenta con una primera línea de montañas junto al mar (Benacantil, Sierra del Molinet, San Julián, Serra Grossa, etc.), una segunda línea de elevaciones menores en arco (Muntañeta, Chorret, San Blas, Tosal, etc.) y los diferentes barrancos y cañadas que se forman entre ellas. La primera muralla defensiva se construyó en época musulmana y hasta el siglo XVIII apenas sufrió modificaciones.  

En cuanto al condicionante urbano, lo podemos encontrar en el núcleo edificado de la ciudad, al pie del Benacantil, que hizo necesario que la ciudad tuviera que plantear sucesivos proyectos de fortificación para garantizar las necesidades defensivas de la urbe en su crecimiento.

Finalmente, el condicionante costero provoca que el litoral sea el flanco más vulnerable a los ataques de armadas enemigas o piratas, abundantes en el Mediterráneo. Esto también condicionó el sistema defensivo de la ciudad (el frente del mar) y su entorno (ante defensas exteriores y torres defensivas de la costa).

Entre los elementos urbanos destacados en el plano se encuentran los siguientes. Primero el Baluarte de San Carlos, que empezó a construirse al borde de la playa en 1691, según el proyecto de J. Castellón y P. J. Valero, con la intención de defender el Arrabal de San Francisco de los posibles ataques venidos del mar. De ahí arrancaba la muralla en dirección al Portal de San Francisco.

En segundo lugar la muralla, que tuvo su origen en el Medievo Islámico (siglos XI – XII), aunque fueron reforzadas por el rey Jaime II a finales del XIII, y posteriormente en el XVI mediante la construcción de nuevos torreones. Algunos de estos torreones fueron el de San Francisco junto a la puerta de la Huerta, el de San Esteban cerca del Portal de Elche, y el de San Sebastián junto al Portal Nou, todos ellos entre los años 1530 -1540. La Guerra de Sucesión obligó a reparar y reforzar las murallas y torreones para hacer frente al fuego de artillería, creándose un nuevo anillo defensivo que tomó como elemento de apoyo el Baluarte de San Carlos. En 1858 la ciudad de Alicante fue desartillada y se inició el derribo de gran parte de las murallas.

En tercer lugar, el Castillo Santa Bárbara, situado en lo alto del monte Benacantil con una situación estratégica de alto valor porque permite dominar todo el llano de Alicante. Las primeras noticias de la existencia del castillo datan de la época islámica. Producida la conquista cristiana de la ciudad a mediados del siglo XIII, parece que el castillo mantuvo su estructura. A principios del siglo XVI Carlos I ordenó que se fortificase la ciudad y el castillo de Alicante, pero no fue hasta la segunda mitad de este mismo siglo, por orden de Felipe II, cuando que se hicieron las obras que convirtieron al Castillo de Santa Bárbara en el ejemplo más relevante de la arquitectura militar renacentista de la Comunitat Valenciana. Transformado en una extraordinaria fortaleza durante los siglos XVII y XVIII, en el siglo XIX fue perdiendo importancia militar, pasando a tener funciones exclusivas de prisión.

Por último, el puerto, fundamental por ser el mar un pilar básico en el crecimiento cultural, económico y estratégico de la ciudad. Las pocas referencias del Medievo, impiden datar exactamente la construcción de un muelle en Alicante, pero Alfonso X el Sabio declaró la ciudad como Puerto Público del Mediterráneo en 1271. Durante la Edad Media y Moderna, la principal actividad comercial se basó en las exportaciones de pasas, frutos secos, esparto, sal y vinos. En el siglo XVIII la barrilla y la sosa fueron los productos más importados. Debido a su mal estado, en 1803 se constituyó una primera Junta de Obras del Puerto de Alicante, que fue renovado según el trabajo de Manuel Miralles en 1794.

Juan Israel Berna Parres
 

05/13/12

ALICANTE (Pere Oromig, 1609)


La imagen data de principios del siglo XVII, cuando el rey Felipe III decretó la expulsión de los moriscos de España. El decreto se puso en práctica primeramente en el reino de Valencia, del que formaba parte el actual Alicante. Fue en 1609 cuando salieron de este puerto los moriscos, al igual que de otros como Denia, Valencia o Vinaroz. Este hecho justamente es el que plasman con exactitud los pintores Pere Oromig y Francisco Peralta en la obra titulada Expulsión de los moriscos del puerto de Alicante, encargada por el Marqués de Caracena, en aquel momento Virrey de Valencia.

Según la orden de Felipe III, los musulmanes que aún vivían en España fueron obligados a convertirse sinceramente al cristianismo, o de lo contrario ser expulsados. Como consecuencia de ello, unas 300.000 personas fueron embarcadas rumbo al norte de África y las tierras de Levante quedaron despobladas. En el caso concreto de Alicante se estima que se marcharon casi la mitad de la población del momento. El ritmo de la producción agrícola descendió y se perdieron una gran cantidad de oficios, saberes tradicionales y técnicas agrarias y de regadío.

La ciudad de Medina Laqant está situada en la costa levantina de la Península Ibérica y se emplaza a los pies del monte Benacantil, a orillas del mar Mediterráneo. Este emplazamiento se debe tanto a motivos defensivos como comerciales. Algunos de los elementos que representan en la imagen este motivo defensivo son la muralla, que cuenta con una sola puerta de entrada y salida a la ciudad (puerta Ferrisa) y cuatro torres de vigilancia, y también la alcazaba, erigida en lo alto del monte Benacantil para una mejor visibilidad de la ciudad y sus al rededores. Estos dos elementos se encontraban unidos entre sí para garantizar un mejor defensa de la ciudad.

La proximidad al mar proporcionó a Alicante, desde época medieval, una importante fuente de ingresos económicos, derivados del comercio de especias y alimentos (frutas, legumbres y vino). Pero ésta no era la única fuente de subsistencia, puesto que también contaba con un activo comercio interno mantenido por los moriscos, que se asentaban a las afueras de la ciudad.

En cuanto a la morfología urbana, cabe destacar el plano irregular que caracteriza a la ciudad, dotada de una trama urbana cerrada y compacta, exceptuando la calle principal (Vila Vella). Esta morfología tiene también una explicación defensiva, ya que los potenciales invasores, al encontrar tal número de recovecos, tardarían más en llegar a la alcazaba y concederían a los habitantes más tiempo para preparar la defensa.

Medina Laqant era una ciudad islámica, por lo que la función religiosa se encontraba también presente y así aparece representado en la imagen. La actual iglesia de Santa María se erige sobre la anterior mezquita mayor, que servía de lugar de culto para los seguidores Islám. Se encontraba próxima a la puerta Ferrisa para que tanto los habitantes que residían tras la muralla como los que no, tuvieran fácil acceso a los rezos. Pero con la llegada de los Reyes Católicos la mezquita pasó a ser un templo cristiano y fue radicalmente trasnformada.

Por último, y como curiosidad a destacar, en la imagen se observa una cara impresa en el monte Benacantil, que siempre se ha considerado icono de la ciudad y es conocida como la «cara del moro».

Nuria Egea Pérez