06/23/12

BARCELONA (Anton van den Wyngaerde, 1563)

La imagen seleccionada es un dibujo de un paisajista flamenco llamado Anton Van den Wyngaerde, también conocido como Antonio de las Viñas.  Este dibujante del siglo XVI recibió un encargo de Felipe II en 1561 para que dibujara muchas de las ciudades Españolas. Por este motivo dejó una colección de 62 dibujos donde se encuentran ciudades como Madrid, Barcelona, Toledo, Xativa, Córdoba y muchas más. Estos dibujos destacan por presentar vistas panorámicas llenas de detalles, que nos permiten identificar muchos de los puntos clave de dichas ciudades. Esta imagen corresponde a Barcelona y esta fechada en 1563.

Cuando se quiere analizar la morfología de una ciudad hay algunos aspectos claves que nos ayudan en la investigación. En todo entramado urbano hay elementos que reflejan cada época histórica  del lugar y que nos ayudan a reconocer, incluso actualmente, tanto su evolución histórica como sus distintas etapas de crecimiento. De esta manera se hacen especialmente relevantes características como la disposición y estructura de las calles o  los tipos de edificios y sus funciones, o incluso las características topográficas de su localización, así como los aspectos socioculturales que predominan en cada zona  de la ciudad y que influyen de una manera determinada en su morfología.

Entre los elementos que se destacan en la imagen y que son  básicos  para entender la evolución y estructura de la ciudad de Barcelona, se encuentran los siguientes.  

En primer lugar el puerto, que  ha sido el motor tanto económico como cultural de la ciudad a lo largo de su historia. Barcelona tiene sus orígenes precisamente en un puerto natural entre el río Llobregat y una pequeña montaña, actualmente denomina Montjuic. Aunque hay indicios de asentamientos iberos, el origen documentado del puerto de Barcelona es de época romana y se trataba de un puerto menor en comparación el de la vecina Tarraco. No es hasta la época medieval cuando el puerto y la propia ciudad de Barcelona llegaron a ser un enclave comercial realmente importante, convirtiéndose en la capital marítima de la Corona de Aragón. Su importancia en la morfología de la ciudad es tal que si nos fijamos en la imagen y en la evolución de la ciudad podríamos decir que hasta el siglo XIX la ciudad creció alrededor de este elemento. La actividad comercial  y marítima fue uno de los factores constantes en cada una  de las etapas de crecimiento de la ciudad.

En segundo lugar, la montaña de Montjuic, que desde los orígenes de la ciudad ha servido como punto de control y vigilancia tanto para las posibles agresiones externas como para el control de los propios habitantes.  Hasta 1640 que no se construyó ninguna fortificación importante en la montaña, aunque como se puede apreciar en la imagen, en el siglo XVI ya existía una atalaya que servia tanto de vigilancia como de aviso para los barcos. El actual castillo de Montjuic data de 1751. 

Una función importante de la montaña es que sirvió como fuente de recursos, sobre todo de piedra, que sirvió para material de construcción en el proceso de crecimiento de la ciudad de Barcelona. Durante la época medieval, sobre todo, Montjuic fue la cantera de la que se extraían las piedras de los edificios y de las murallas de la ciudad. Hasta la Exposición Internacional de Barcelona, de 1929, no se urbanizará tanto la montaña como sus alrededores. En 1992 sufrió su última remodelación para albergar uno de los mayores equipamientos deportivos para la celebración de las Olimpiadas. Por último hay que resaltar su carácter limítrofe, ya que ha constituido durante muchos siglos una línea de fijación natural, que junto con la Sierra de Collserola limitaban  históricamente la evolución de Barcelona. 

En tercer lugar, las murallas. Como ciudad medieval, Barcelona ha tenido diferentes murallas y ampliaciones. En la imagen se pueden apreciar tanto la segunda muralla, de época medieval (la primera era de época romana), como la segunda, que data de 1260. Las murallas reflejan la evolución histórica de Barcelona y su progresiva expansión en el territorio. Actualmente este trazado de las murallas corresponde a grandes vías de la ciudad. En la imagen hemos resaltado la Rambla, uno de sus paseos más importantes. En la actualidad, la última muralla que se ve junto al Montjuic correspondería al recorrido de la Avenida del  Paralelo y terminaría  en las atarazanas del Puerto de Barcelona, como se puede apreciar en la imagen.

Como en la mayoría de las ciudades medievales  la disposición de las calles de Barcelona era irregular y estrecha, donde los edificios se amontonaban unos contra otros. Todavía se conserva la mayor parte de estas calles, en el núcleo señalado en la imagen, que hoy recibe el nombre de Barrio Gótico y es uno de los lugares más visitados por el turismo, a causa de su gran importancia histórica y cultural. Algunos de los edificios más destacados son de carácter religioso, , como era característico en la época. Ejemplos de ellos son la Catedral y la Basílica de Santa María del Mar, aunque también hay una gran presencia de edificios de carácter institucional y económico debido a su estatus de capital y a su tradición comercial y  marítima.

Aunque a lo largo de su historia la ciudad fue expandiéndose, hasta que en 1897 fueron agregados la mayoría de los municipios circundantes. Durante el siglo XIX se había comienza gestado un gran cambio urbanístico que acabaó con el desarrollo del “Eixample”, un nuevo modelo de organización de tipo ortogonal que pretendía unir todos estos municipios e integrarlos en la Ciudad Condal de forma regularizada.

Por último, cabe señalar la sierra de Collserola, que es un elemento geográfico muy influyente en la evolución de la ciudad. Actualmente es un parque natural y constituye un gran pulmón para la ciudad. En la imagen se puede apreciar cómo envuelve la mayor parte de Barcelona y ejerce de limite natural. Junto con Montjuic y el río Llobregat, ha sido un elemento fundamental tanto en el crecimiento como en la evolución de Barcelona. 

Bruno Bergada Casas

 

06/18/12

BARCELONA (Franz Hogenberg, 1572)

La actual Barcelona recibió en la época romana el nombre de colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcina y estaba situada en la cima del Monte Taber. Anteriormente se había establecido en este lugar la tribu ibérica de los Layetanos. El territorio fue convenientemente estructurado mediante un proceso de centuriación (parcelación) organizado en dos ejes (cardo y decumanus), para reservar zonas de uso común o público. Así, las diez hectáreas que ocupaba Barcino se dividían en calles que formaban una cuadrícula: los decumani (calles longitudinales) y los cardi (transversales), mientras que en los extremos de las dos calles principales se abría una puerta de acceso a la muralla.

Barcelona fue en un primer momento fue habitada por legionarios. Más tarde vinieron comerciantes, funcionarios, militares, artesanos, obreros y muchos esclavos. Era una ciudad pequeña, de unos 2000 habitantes, a la que llegaba el agua por dos acueductos que entraban desde Collserola y el río Besós. En el siglo IV d.C. se ampliaron y fortificaron las murallas, de las que todavía hoy quedan restos visibles. Fuera de la muralla el espacio estaba deshabitado, sólo había campos y huertos para abastecer a la ciudad, así como necrópolis o cementerios.

Poco a poco, la ciudad fue creciendo y expandiéndose alrededor de la muralla, apareciendo nuevos arrabales que necesitaban protección. La Barcelona actual es el resultado de un cúmulo de hechos y vidas que han tenido lugar y que han contribuido a forjar la forma y el estilo de la ciudad. Ha sido un proceso muy largo y complejo, que no se acaba. La ciudad se construye, se destruye y se reinventa, dejando en el proceso mucha ruina y sedimentos que contienen trazas de la vida de los ciudadanos del pasado.

Al final del siglo XV, Barcelona ya era la ciudad más grande Cataluña, pero su crecimiento en los siglos siguientes (XVI y XVII) fue moderado y nada comparable con el de Madrid o París, que lo multiplicaron por cinco. Este crecimiento moderado se debió a las corrientes migratorias y al gran número de residentes temporales. Del 1553 al 1627 se produjo una importante reactivación económica que provocó un aumento de la natalidad. Barcelona mantenía una industria variada con algunos oficios artesanales que provenían de la Edad Media, y otros nuevos orientados al consumo (sastres, zapateros, apotecarios, etc.). Era la ciudad con más gremios y cofradías de toda la Península Ibérica; más de un tercio de la población eran artesanos.

Pero a consecuencia del Descubrimiento de América, la ciudad se quedó al margen de los principales circuitos comerciales y la aventura marítima se descapitalizó, porque las rutas comerciales giraron hacia el Atlántico en vez de al Mediterráneo, como hasta entonces. Este hecho confirmó el paso de una sociedad de burgueses emprendedores a otra de aristócratas rentistas. A pesar de ello tuvo lugar un importante crecimiento demográfico porque además del aumento de la natalidad llegaron a la ciudad sucesivas oleadas de inmigrantes franceses.

Desde el punto de vista urbanístico, Barcelona mostraba en el siglo XVI, cuando fue realizada esta imagen, un desarrollo característico de la Edad Media. Como novedades importantes se produjo una nueva apertura hacia el mar, con la construcción del puerto  y la muralla de mar a partir de 1598. Previamente se había levantado una nueva muralla marítima, siguiendo las modernas técnicas de defensa que habían cambiado según los progresos de la artillería. La visión del rey Carlos I y la de los consejeros barceloneses (que tenían el sistema defensivo de la ciudad entre sus competencias) no era la misma. El primero pensaba en términos militares y los segundos estaban más preocupados porque la nueva muralla no tapase las vistas de la ciudad. La obra, finalmente,  no tuvo una gran incidencia en la trama urbana porque se centró en el derribo de cuatro manzanas de casas de pescadores, que no estaban en buen estado. El derribo empezó en 1551 y en 1562 la muralla estuvo lista. 

Paula Primo Hernando
 
 
06/5/12

BARCELONA (Alfred Guesdon, 1853)

La imagen corresponde a un grabado de Alfred Guesdon del año 1853. Muestra una panorámica del puerto y de la ciudad de Barcelona que solo los pájaros habían visto hasta el momento. Por medio de las últimas tecnologías conocidas entonces (el globo aerostático y la fotografía), este arquitecto y grabador francés realizó una importante serie de litografías que recogían vistas nítidas y detalladas muchas ciudades españolas y europeas.

Pero la vista aérea de Barcelona no es solo especial por la novedad del punto de vista sino porque también se buscó la perspectiva opuesta a la tradicional vista de la ciudad desde la montaña Montjüic. Esta imagen muestra muy claramente la realidad de una ciudad cambiante y en expansión, que se transforma y se adapta en el tiempo, y que ha sido a lo largo de la historia, clave para el desarrollo social, económico y cultural del país.

El barrio de la Ciutat Vella (Ciudad Vieja) es el barrio histórico de la ciudad, donde los romanos construyeron la antigua Barcino que con los siglos fue creciendo hasta anexionarse con los municipios circundantes de Les Corts de Sarrià, Sarrià, Vallvidrera, Sant Gervasi de Cassoles, Santa Maria de Sants, Gràcia, Sant Andreu de Palomar, Sant Martí de Provençals y Horta. Así, el antiguo municipio de Barcelona ocupaba lo que hoy es Ciutat Vella, el barrio histórico, y el Eixample, un barrio ideado por el arquitecto Idelfons Cerdà que revolucionó el urbanismo del momento, y que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX.

Centrándonos en nuestra imagen, podemos observar que Barcelona, por aquel entonces, estaba organizada en la Ciutat Vella, donde destacan la Iglesia de Santa María del Mar (a primer término), la Catedral, la Iglesia del Pi y la cúpula del Palacio de la Generalitat como los principales edificios que sobresalen por encima de los techados de las viviendas y comercios.

Debemos destacar que Santa María del Mar siempre ha sido conocida como la “catedral del pueblo” ya que fue construida gracias al esfuerzo y al apoyo económico de los vecinos del barrio de La Ribera, barrio humilde de pescadores en Ciutat Vella, que cargaban las piedras a sus espaldas y las llevaban desde las canteras de Montjuïc hasta el lugar donde está emplazada la basílica. La catedral del pueblo comenzó a construirse en el siglo XIV, en una Barcelona feudal, muy distinta a la de nuestro grabado, que muestra una Barcelona creciente e industrializada.

El impacto de la Revolución Industrial en la ciudad, durante el siglo XIX, se evidencia claramente en la imagen. Se pueden observar las diferentes fábricas y chimeneas asentadas en el pie de la montaña de Montjüic, lejos del centro de la ciudad. De hecho, como consecuencia de la industrialización, Barcelona volvió a convertirse en un importante centro político, económico y cultural, al frente de un movimiento llamado Renaixença (Renacimiento), que pretendió superar la crisis institucional subsistente durante el absolutismo borbónico del siglo XVIII. La cultura experimentó una gran revitalización, resurgiendo el idioma catalán a nivel literario, mientras que el modernismo fue la expresión artística por excelencia de la nueva sociedad barcelonesa.

La Rambla, que se observa en la imagen como una calle perpendicular al mar, fue construida sobre el paso de una antigua riera que fue desviada para la construcción de la muralla del Raval en el siglo XV. La Rambla es un gran paseo que concentra una parte importante del desarrollo social y comercial de la ciudad. Podemos observar también la antigua estación de Francia, donde llegaban los ferrocarriles de vapor, y el puerto de pescadores con veleros amarrados y algún barco de vapor.

La Muralla del mar, construida por el emperador Carlos V en el siglo XVI, también se observa claramente en la imagen. Esta muralla protegía la ciudad por mar desde el momento en que la antigua muralla romana empezó a quedar atrás por el crecimiento de la ciudad.

En cuanto a la montaña de Montjüic, al fondo de la imagen, ha sido desde siempre un punto estratégico para los habitantes de la ciudad. Desde su cima se cubría y se defendía la entrada por mar de Barcelona y se trata de un sitio lleno de simbolismo. Pero al igual que ha sido un punto estratégico para la defensa de la ciudad, en algunas ocasiones también lo ha sido para mantenerla bajo control, junto con la fortaleza de la Ciutadella en el otro extremo de la ciudad.

El siglo XIX fue de gran crecimiento para la ciudad, tanto a nivel demográfico como económico y urbanístico. El plan del Eixample y la anexión de los municipios colindantes supusieron una gran ampliación del perímetro urbano. El proceso de industrialización y modernización de las infraestructuras y los servicios urbanos comportaron un cambio radical en el nivel de vida (electrificación, alumbrado público, canalizaciones, transportes), que ganó en confort y calidad de vida. Sin embargo, a nivel social, se vivió una época de gran conflictividad, manifestada en la lucha de clases originada por la gran diferencia de nivel de vida entre la clase obrera y la burguesía.

Alba Carrera Artés
 

05/11/12

BARCELONA (Ioh Stridbeck, 1711)

En el año 201 a. C el ejército romano conquista Barcelona a los cartagineses. En aquella época parece que el nombre de la ciudad era el de Barca, en honor a la famosa dinastía cartaginesa. Los romanos la rebautizaron como Barcino y planificaron su desarrollo urbano siguiendo un trazado ortogonal, a partir de dos calles principales (cardo y decumanus) que se cruzaban perpendicularmente.

La ciudad romana, que hoy se correspondería con el Barrio Gótico, creció de forma desordenada durante la Edad Media, caracterizándose por un trazado viario irregular, donde las diversas calles no se adaptan en absoluto a ninguna directriz. En la imagen se puede observar una gran vía en la zona del Raval, que corre paralela al perímetro de la primera muralla e intenta comunicar la periferia con el casco antiguo.

Entre las edificaciones más importantes que se distinguen en el núcleo medieval de Barcelona se encuentran la Catedral, la Casa de l’Ardiaca y el Palau Episcopal. Por el otro lado de la catedral, siguiendo la calle Comtes de Barcelona, se llega al Palau del Lloctinent, de mediados del siglo XVI, tras el cual se abre la Plaza del Rei, presidida asimismo por el Palau Reial Major, antigua residencia de los Condes de Barcelona, y la Casa Clariana-Padellàs. Otra zona importante era la de la calle Montcada, lugar de residencia de la nobleza y los comerciantes adinerados del Barrio de La Ribera. Allí podemos observar varios palacios de la época, como el Palau Dalmases, residencia del mercader austracista Pau Ignasi de Dalmases i Ros.

Las principales zonas de acceso a la ciudad vieja eran la Puerta de San Daniel, la Nueva, la del Ángel, la de San Antonio y la Central. Otros edificios de carácter militar eran el Fuerte de Montaña, el Fuerte de los Judíos y el castillo, dentro de la propia ciudad. Por lo que respecta a los edificios religiosos están presentes los conventos de Bonsucces, Ángeles, Carme, Sant Josep, Trinitarios, Sant Agustí, Santa Mónica, Jerónimas.

El monasterio de Sant Pau del Camp fue el primer núcleo importante del Raval, anterior al siglo X, en torno al cual hubo una pequeña villa medieval vinculada al monasterio. El crecimiento de Barcelona configuró al Raval en el espacio que toma forma de diamante, entre el segundo cinturón de murallas, de Jaume I (1268) y la Rambla. El tercer cinturón de murallas fue iniciado por Pedro el Ceremoniós (1348), y abarca desde las rodas hasta la avenida del Parallel. En la imagen, dibujada en el contexto histórico de la Guerra de Sucesión Española, destaca especialmente esta última muralla, que fue fortificada en el siglo XVI con baluartes triangulares, dándole a la ciudad una curiosa forma estrellada.

A finales del siglo XV, a causa de las dificultades económicas provocadas por el desplazamiento del comercio marítimo hacia el Atlántico y la guerra contra Juan II, la ciudad se arruinó. Las pestes y epidemias paralizaron su crecimiento y algunas zonas como el Raval quedaron limitadas a actividades básicamente agrícolas. La ampliación urbanística posterior sobre esta zona se debió a que la ciudad se encontraba ahogada por las murallas. Esto daría lugar a la creación de los ensanches ya en el siglo XIX.

David Moreno Marín 

 

05/10/12

BARCELONA (1705)

Esta imagen extraida de la Biblioteca de Cataluña muestra la ciudad de Barcelona a principios del siglo XVIII. A pesar de la extraordinaria fortificación que la rodea, su aspecto físico y arquitectónico era muy similar al que tenía desde mediados del siglo XVI, después de las reformas promovidas por el emperador Carlos V.

Los asentamientos más antiguos se encontraban sobre la cima de Montjuic, aprovechando su situación estratégica junto al mar, pero desde época romana la ciudad fue definitivamente emplazada en mitad de una amplia llanura delimitada por el río Besós al norte y la citada montaña de Montjuic al sur. La antigua Barcino tomó la forma urbana de castrum (poblado fortificado) primero, y oppidum después. El municipio romano estaba dividido en la ciudad en sí (urbs), y el área rural que la rodeaba (territorium), donde se extendían las casas agrícolas y también los cementerios.

Este municipio fue construido siguiendo el sistema habitual de urbanización de las colonias romanas, con un plano ortogonal o en damero, en el que destacaban los habituales ejes organizadores Cardus Maximus (actualmente calle de la Llibreteria) y Decumanus Maximus (calle Bisbe y de la Ciutat). El foro romano (cerca de la actual plaza Sant Jaume), era la plaza central dedicada a la vida pública y a los negocios. Se situaba entre los dos ejes organizadores, aproximadamente en el centro del recinto amurallado. Allí se concentraban las construcciones dedicadas a los negocios, la justicia, las termas o baños públicos, etc. También era el lugar donde las autoridades se reunían en la Curia y la Basílica.

Durante la Edad Media la ciudad experimentó una fuerte transformación interna y se desarrolló de manera irregular, con calles estrechas y sinuosas, muchas de ellas sin salida, originadas por la inexistencia de planificación previa. Las manzanas de viviendas eran por tanto irregulares y compuestas por edificios estrechos en los que se hacinaba la población. Además fue rodeada por unas sólidas murallas.

La primera muralla, de origen romano, se empezó a construir en el siglo I a. C.; era de forma cuadrangular, fábrica sencilla, cuatro puertas de acceso y torres en las esquinas. Las primeras incursiones de francos y alamanes suscitaron la necesidad de reforzar las murallas entre los años 270 y 300, sucesivamente ampliadas hasta llegar a la configuración que vemos en esta imagen de principios del siglo XVIII. El último añadido había sido la Muralla de la Marina, acabada de construir en 1563. Se trataba de un lienzo de piedra que completaba el cierre de la ciudad en un imponente recinto amurallado reforzado con torres y bastiones. Su extensión intramuros alcanzó entonces un área de aproximadamente 2,5 km², superficie que apenas se amplió, exceptuando la construcción de la Ciudadela, hasta la definitiva demolición de las murallas a mediados del siglo XIX. La que apreciamos en el grabado fue la nueva muralla que se construyó sobre las bases de la primera; estaba formada por un muro doble de dos metros con espacio en medio relleno de piedra y mortero, numerosos baluartes de artillería, y 81 torres de unos 18 metros de altura media, la mayoría de base rectangular.

Otro de los elementos urbanos significativos era el puerto. Paradójicamente, durante la época de esplendor del comercio catalán en el Mediterráneo, Barcelona no contaba con un puerto preparado para el volumen de barcos que atracaban en la ciudad sino que tenían un puerto natural al pie del poblado de Montjuic.Por eso fue construido un  nuevo puerto en los siglos XV y XVI, con el fin de cubrir las necesidades de la importante flota mercante de Barcelona. Históricamente la economía de Barcelona se ha basado en el comercio que, gracias a su enclave geográfico estratégico, le ha permitido siempre una intensa actividad mercantil con Francia, el resto de España y otros puntos del Mediterráneo. De hecho, la actividad comercial y portuaria fue el principal motor de la ciudad hasta la Revolución Industrial.

Por último, fuera de la ciudad se encontraba la fortaleza de Montjuic, una construcción defensiva que constituía un punto estratégico desde el cual se podía dominar el puerto y los accesos meridionales a la ciudad. Situada en la cima del Monte de los Judíos, era además un lugar muy importante para la defensa de la ciudad. El castillo también fue utilizado numerosas veces como prisión para presos políticos y lugar donde, posteriormente, eran fusilados y enterrados en el cementerio del lado suroeste de la montaña.

La imagen analizada representa la Batalla de Montjuic, que fue un enfrentamiento armado de la Guerra de Sucesión Española, producido en 1705 entre los partidarios del candidado Borbón Felipe de Anjou y los del archiduque Carlos de Austria. La batalla fue ganada por las tropas fieles al archiduque, quienes inmediatamente después asediaron y conquistaron la ciudad de Barcelona. El 22 de agosto de 1705 una flota de la Gran Alianza formada por Austria, Inglaterra y Holanda fondeó en las aguas de Barcelona, desembarcando tropas en tierra y poniendo cerco a la ciudad. El 13 de septiembre por la noche una fuerza de 1.000 hombres escaló por sorpresa los muros del castillo de Montjuic. En el combate murió el príncipe Jorge de Darmstadt, pero al final la guarnición leal a Felipe de Anjou se rindió. Los aliados fortificaron la ciudadela y la utilizaron para bombardear la ciudad, que el 9 de octubre capituló ante el archiduque Carlos.

Alba de Miguel Martín