MADRID (Antonio Joli, 1753)

 

Antonio Joli pintó esta vista de Madrid en el año 1753, desde el puente de Segovia. En la pintura se puede observar el Palacio Real, la Puerta de San Vicente, la ermita de la Virgen del Puerto, el río Manzanares, el Puente de Segovia y a lo lejos varias cúpulas y torres de las numerosas iglesias y conventos de la capital. Antonio Joly era un pintor italiano que vino a Madrid en el año 1750 y durante los cuatro años que vivió en la ciudad se dedicó a pintar diferentes paisajes de la misma, como la Calle de Alcalá, la Calle de Atocha, etc.

En la primera mitad del siglo XVIII, Madrid todavía se caracterizaba por tener las calles estrechas, empinadas, con baches, mal distribuidas y aglomeradas. El viejo Alcázar de los Austrias, construido junto a la muralla medieval, era la sede de la corte y el punto estratégico más alto de la villa. Con la llegada de los Borbones, el rey Felipe V ordenó que se construyeran nuevos monumentos y espacios urbanos abiertos, con el propósito de embellecer los alrededores del Alcázar. Este edificio además fue completamente destruido en 1734, por culpa de un incendio, y después sustituido por el Palacio Real Nuevo.

Al este del Palacio se situaban las iglesias y conventos con el perfil de cúpulas que caracterizaba a la época. También se encontraban allí las casas e instalaciones artesanales dedicadas al curtido y confección de pieles. Así se observa en la imagen que hay una importante y clara diferencia entre dos zonas de arquitectura distinta, la del Palacio Real a la izquierda, y la de Madrid de los Austrias a la derecha.

Con la llegada al trono de Carlos III, las reformas urbanísticas se multiplicaron en Madrid, con la intención de embellecer la ciudad. Así se construyeron parques, plazas, paseos, puentes, fuentes, hospitales, edificios para uso científico, etc. Por eso Carlos III fue considerado el mejor alcalde de Madrid. Estas reformas se localizaron en lo que antiguamente era la periferia de la ciudad, en torno al Prado de los Agustinos Recoletos.

En esta época las actividades económicas se centraban en el comercio y en una incipiente industria. Felipe V quiso reanimar el mercado colonial y Fernando VI inauguró las Reales Fábricas, germen de la producción industrial en España. Cuando el Marqués de la ensenada fue nombrado secretario de Hacienda, se promovió un nuevo sistema social y económico, creando un impuesto único que dependía del nivel económico de cada persona, y persiguiendo el fraude fiscal con el fin de incrementar los ingresos. Con todo ello, la población de Madrid aumentó, convirtiéndose en la ciudad más habitada de la monarquía.

Para finalizar destacaremos los elementos urbanos que se muestran en la pintura. A la izquierda se encuentra el Palacio Real, que fue iniciado en 1738 por orden de Felipe V sobre el antiguo Alcázar. Para evitar incendios, el Palacio Real fue construido enteramente en piedra y ladrillo, sin utilizar nada de madera. Debajo está la Puerta de San Vicente, que fue diseñada por Pedro de Ribera a instancias del Marqués de Vadillo en 1726, como puerta de acceso a Madrid. Prácticamente en el centro de la imagen, en primer plano, se halla la ermita de la Virgen del Puerto, construida en 1716 como hito en torno al que urbanizar la gran explanada existente entre el parque del Alcázar y el Río Manzanares. Es uno de los monumentos más bonitos de Madrid pero tras los daños sufridos en la Guerra Civil ha sufrido diversas reformas. Finalmente, el Puente de Segovia, que fue construido por Juan de Herrera en 1582. Fue levantado por orden de Felipe II a consecuencia de la instalación de la corte en Madrid, para acceder a ella desde el camino de Segovia.

Paloma Gutiérrez Pecos

 

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