El pintor flamenco Anton Van der Wyngaerde realizó en los años sesenta del siglo XVI una serie de dibujos de las principales ciudades de España, por encargo de Felipe II. Éste pertenece a una colección llamada “Las vistas de España ” y actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional de Viena (Austria).
La Bahía de Cádiz tenía un papel clave por su posición estratégica, ya desde época fenicia y romana, como atestiguan las riquezas arqueológicas de estas culturas halladas en la ciudad. Cádiz era el último puerto importante del mundo conocido durante la Antigüedad, y se convirtió en cruce de las grandes rutas de navegación. Es un puerto natural que principalmente tuvo funciones militares y comerciales y en él, se apoyaba la economía de la ciudad. Durante la Edad Moderna, adquirió tal importancia que terminó por arrebatar a Sevilla el monopolio del comercio americano, en 1717. Esta época de máximo esplendor se fundamentó también en su carácter de presidio militar, que obligó a las autoridades a cuidar permanentemente de su defensa. En estos aspectos se basan una topografía urbana peculiar y un crecimiento demográfico prácticamente continuo, que se tradujo en un aumento del espacio urbanizado más allá de los muros defensivos.
Lo primero en que debemos tener en cuenta cuando observamos la imagen de Wyngaerde, es precisamente dicha topografía. Entre Cádiz y la península hay una porción de tierra, un istmo que comunica con la Isla de León, siendo ésta la única vía de salida terrestre de la ciudad. Tras el istmo, nos encontramos con las murallas, que son el elemento urbano que convirtió a la ciudad en una fortaleza de primer orden. Ésta cuenta con una serie de puertas de acceso, como las emblemáticas Puertas de Tierra, fuera de las cuales quedaron los arrabales y la futura zona de expansión de la ciudad. En 1596 la fortaleza sufrió un saqueo e incendio por parte de las tropas anglo-holandesas del Conde de Essex pero, tras su reconstrucción a lo largo del siglo XVII, Cádiz pasó a ser inexpugnable frente a posteriores ataques.
Las funciones defensivas de Cádiz se manifiestan también en la construcción de otros castillos como los que se distinguen en la parte superior derecha de la imagen, que corresponden al Fuerte de Santa Catalina (la construcción militar más antigua de Cádiz) y al de San Sebastián (situado en uno de los extremos de la playa de la Caleta frente al anterior). Estos dos castillos servían de defensa a La Caleta, un puerto natural utilizado desde época fenicia. El tercer castillo es San Lorenzo del Puntal, que fue destruido en 1596 por los asaltantes británicos; se encuentra situado en una punta de tierra que estrecha el acceso al interior de la bahía, en el lado opuesto de ésta. Todas estas construcciones configuraron la estructura y la posterior evolución urbanística de la ciudad.
En la parte central de la imagen, nos encontramos con la zona medieval o ciudad vieja. La villa contaba con edificios de gobierno representativos de los tres poderes como eran el Castillo señorial, la Casa del Obispo y Santa María, la Iglesia Mayor. Fue edificada en tiempos de Alfonso X a partir de una fortaleza inicial musulmana y está amurallada, existiendo una clara separación entre este núcleo medieval, que hoy se corresponde con el llamado Barrio del Populo y la población más moderna. La ciudad presenta en esta parte un trazado típicamente medieval que se caracteriza por su desorden e irregularidad, con las casas apiñadas.
A partir del siglo XVIII, la ciudad adquiere su aspecto actual, y ya en el siglo XIX abundan las calles de trazado rectilíneo y uniforme que delimitan manzanas cuadriculadas de considerable tamaño. Respecto al trazado urbanístico, hay decisiones políticas que incidirán en el desarrollo urbano de Cádiz. La más decisiva y trascendental fue fijar el centro de las relaciones comerciales de España con el Nuevo Mundo en la Baja Andalucía, en concreto, en las ciudades de Sevilla y Cádiz. Así, el desarrollo urbanístico de la ciudad de Cádiz partió de la villa medieval, con un posterior crecimiento orientado hacia la bahía, en dirección noroeste, mientras que la zona de poniente es rural, en la que se sitúan algunas ermitas como Candelaria o Santa Catalina.
Con respecto a la urbe, se observan ciertos detalles como casas de una o dos plantas, con techos planos, sin tejas, algo característico de esta durante toda la Edad Moderna, en contraste con lo que será propio de Andalucía. A partir de 1596 siguió una gran actividad urbanizadora que consistió en sustituir caminos de tierra por calles, y huertas por manzanas de casas.
Desde el punto de vista militar, la ciudad tenía gran importancia ya que había un continuo tráfico de embarcaciones cuya principal misión era la “guarda del estrecho”, es decir, la vigilancia y protección constante del tramo costero comprendido entre la Bahía de Cádiz y Gibraltar con el fin de evitar las incursiones de corsarios y berberiscos. Este es el caso de la escuadra de las Galeras de España, que tenían su base en El Puerto de Santa María, los galeones y carabelas. Fueron utilizadas tanto para el comercio como de apoyo en la Armada. Los galeones españoles formaban el eje central de la Flota de Indias que alimentaba las arcas de la corona española con mercancías preciosas. Los principales productos de este comercio eran los esclavos, que era el único comercio especializado, procedentes del norte de África, alimentos y especias de oriente y mercancías preciosas (oro y plata), posteriormente artesanía y salazones.
El análisis de esta imagen nos permite, en resumen, apreciar los rasgos característicos de la ciudad de Cádiz en el siglo XVI: su emplazamiento insular y defensivo, su morfología urbana, sus funciones, sus actividades económicas, etc., que condicionaron de forma importante el urbanismo y la forma de vida de Cádiz a lo largo de su historia.
Rosa Delfín Rodríguez
Buen articulo