06/19/12

VITORIA-GASTEIZ (1812)

A finales de la Edad Media Vitoria contaba con un doble circuito amurallado que respondía a sus necesidades de defensa militar, como la práctica totalidad de las ciudades medievales. Esta defensa no solo se pretendía hacer frente a las posibles agresiones militares. La ciudad se protegía también cerrando las puertas de sus murallas a todos aquéllos que eran considerados “indeseables”, lo que incluía a mendigos, alborotadores, apestados, etc. Otra función a tener en cuenta es el control de accesos de mercancías a Vitoria que se conseguía gracias a las puertas, y el consiguiente cobro de aranceles que nutrían en buena medida los recursos económicos de la hacienda municipal.

Por otra parte, la muralla delimita un espacio protegido por el fuero otorgado por el rey Sancho VI en 1181. Este fuero suponía una garantía de las libertades urbanas y de una determinada forma de organización de la convivencia,  claramente diferenciado del ámbito rural circundante. Fuera de sus muros fueron desarrollándose pequeños núcleos de población, como el arrabal del mercado y las redovas, o los barrios de San Ildefonso al este, Arriaga y Santa Lucía al norte, Aldabe al oeste y Santa Clara y la Magdalena al suroeste. Con el devenir de los años estos núcleos de población pasaron a formar parte de la ciudad de Vitoria-Gasteiz.

Vitoria conservó el casco medieval hasta el siglo XVIII con escasas modificaciones. Los cambios urbanísticos se produjeron como consecuencia del crecimiento de la propia ciudad y de su número de habitantes. Las casas fueron invadiendo los muros de la ciudad, cuya importancia defensiva decaía, aunque no así su función económica medida en el cobro de aranceles por las mercancías que la atravesaban. El exceso de corredores que comunicaban muros y casas daba a la ciudad una imagen de abarrotamiento que hacía latente la necesidad de invadir el espacio situado al otro lado de las murallas. Ante esta situación, en el siglo XVIII las murallas se derribaron, iniciándose una importante transformación urbanística que tendría su pleno desarrollo en el siglo siguiente.

El ensanche tuvo como elemento fundamental la construcción de la Plaza Nueva. El espacio elegido para su ubicación fue el «Fondón del Mercado» salvándose así el desnivel que separaba esta zona con el casco medieval situado en la colina. Se denominó en origen Plaza Nueva pero durante el siglo XIX fue conocida como Plaza de la Constitución y albergó la Casa Consistorial. Otra obra relevante fue la edificación de los Arquillos, que finalizó en 1801. Además de estas edificaciones, Vitoria contaba con numerosos edificios de épocas anteriores, principalmente de carácter religioso como la Catedral de Santa María del siglo XIII, la Iglesia de San Pedro del siglo XIV, la Iglesia de San Vicente del siglo XV, Torres defensivas como las de Anda y San Vicente de estilo gótico, El Portalón, casa de comercio de la ciudad construida en el siglo XV, o los numerosos palacios como el de Villasuso, el de Escoriaza-Esquivel, el de Bendaña o el de Montehermoso.

Desde su construcción en el siglo XVI, el Palacio de Montehermoso fue residencia habitual de los monarcas españoles cuando hacían parada en Vitoria, así como también de otras personalidades de la nobleza. Allí se hospedó Fernando VII de paso a Francia para entrevistarse con Napoleón y perder después la Corona, y también allí fue acogido José I Bonaparte de camino a Madrid, el 12 de julio de 1808. Esto nos da una idea de la importancia de la capital alavesa como enclave situado en el eje principal de comunicaciones entre Bayona y Madrid.

La ciudad de Vitoria jugó un papel relevante en la Guerra de la Independencia contra lños franceses, de 1808 a 1813. Por un lado está el hecho de que durante un breve periodo José Bonaparte instaló allí su corte. Por otro, destaca la importantísima Batalla que tuvo lugar el 21 de junio de 1813, y que prácticamente dio por terminada la confrontación bélica. Pero lo que realmente afectó a la ciudad es que, desde noviembre de 1807, miles y miles de soldados franceses pasaron por Vitoria con destino a Portugal y al resto de la península. En la capital se establecieron unos 6.000 y otros tantos en la provincia. Las tropas eran alimentadas y mantenidas por los alaveses mediante contribuciones e impuestos que reducían los haberes de las arcas públicas y privadas. Esta técnica militar francesa de «abastecerse sobre el terreno» a costa de los ocupados disparó el nivel de la deuda soportada y provocó en gran medida que muchos ciudadanos de Vitoria-Gasteiz se unieran a las guerrillas.

Durante la guerra, Vitoria estuvo dividida en tres bandos: los afrancesados, compuestos principalmente por la aristocracia, que creían que el gobierno de Napoleón era una oportunidad para el progreso (los franceses trajeron la ilustración y el liberalismo frente al aboslutismo tradicional); y los patriotas, que a su vez se fraccionaron en dos grupos, los constitucionalistas o liberales, y los que querían volver al absolutismo.

Según el censo de Aranda, la ciudad tenia a finales del siglo XVIII un total de 6.302 habitantes que se estiman en torno a los 7.000 al inicio del siglo XIX. El porcentaje de crecimiento poblacional en Vitoria alcanzaba el 15,82 %, produciéndose además un fuerte rejuvenecimiento de la población debido más a la disminución de la mortalidad infantil que al aumento de la natalidad. Las actividades económicas más importantes eran las relacionadas con el textil y la confección, seguidas de la construcción y las del cuero o piel. Apareció un nuevo tipo de comercio, el comercio por menudo de todo tipo de especiería, ropas y comestibles, a través de mostradores tendidos en calles como Herrería y Zapatería.

Si tenemos en cuenta el contingente de soldados asentados en Vitoria en proporción a su número de habitantes podemos llegar a la conclusión de que la ciudad era un gran cuartel, en el que las tropas francesas destinaron iglesias y conventos a diferentes usos: San Pedro a almacén de ropa para la tropa; San Miguel a cárcel de prisioneros; San Ildefonso a hospital; Santa María a polvorín; y San Vicente a molino harinero. Conventos como el de San Francisco se convirtieron en hospital militar y otros sirvieron de cuadras y de parques para el armamento.

La Batalla de Vitoria tuvo lugar el 21 de Julio de 1813. Dos días antes, el 19 de junio de 1813 José I Bonaparte había llegado a Vitoria-Gasteiz en su retirada desde Madrid acompañado por el mariscal Jourdan y por un ejército de 60.000 hombres. El ejército francés estableció sucesivas líneas de defensa según avanzaba hacia Vitoria, colocando la primera en el alto de San Juan de Jundiz. Mientras tanto, las fuerzas aliadas encabezadas por el Duque de Wellington, tomaron los montes de Vitoria y avanzaron hacia la ciudad cruzando el rio Zadorra a la vez que el ejército francés se replegaba hacia la ciudad. A la tarde del día 21 tras un duelo de artillería sin precedentes, Jourdan aconsejo a Bonaparte que ordenase la retirada general, que en realidad se convirtió en huida. José Bonaparte cruzó Vitoria protegido por  las tropas y consiguió llegar a Salvatierra entrada la noche para en la siguiente jornada seguir la huida en dirección a Pamplona.

Ainhoa Zabaleta Fernández
 

05/3/12

VITORIA-GASTEIZ (Benito Casas, 1838)

 

Esta imagen pertenece al casco histórico de Vitoria-Gasteiz. La morfología de la parte izquierda de la foto, correspondiente a la ciudad medieval, tiene forma radiocéntrica elipsodial adaptada a la colina.  La población se concentra en viviendas apiñadas y calles estrechas. La ciudad se encuentra toda amurallada a orillas del rio Zapardiel. Su función principalmente es defensiva aunque también fiscal para controlar el paso de mercancías y el pago de impuestos. A finales del siglo XVIII se inicia la expansión hacia el sur de la ciudad, que se corresponde con la zona derecha de la imagen.

Las calles del casco histórico se encuentran ordenadas por gremios: Cuchillería, Pintorería, Zapatería, Herrería, etc. Estas calles disponían de unos cantones o calles estrechas que cortan las calles principales, para unir la parte superior con la inferior de la colina. Aún se mantienen así en la actualidad.

En la imagen destacan las cuatro torres de las iglesias más antiguas de la ciudad: San Pedro, San Miguel, San Vicente y la catedral de Santa María. Ejercían funciones religiosas pero también defensivas para los habitantes de la villa.  Dos de ellas servían de lugar de reunión para dos clases sociales enfrentadas: los artesanos y comerciantes liderados por la familia Ayala, en la iglesia de San Miguel, contra los nobles liderados por la familia Calleja, en la iglesia de San Pedro. Otro rasgo característico es que el hospital se encuentra en los alrededores de la plaza, como el Hospital Santiago que está dentro de la Plaza Mayor. Esta Plaza Mayor, actual Plaza de la Virgen Blanca, era el lugar donde se celebraba el mercado. También se realizaban allí representaciones, espectáculos populares y corridas de toros. Este es un rasgo típico de las ciudades medievales y modernas, que utilizaban estos espacios públicos significativos para celebrar este tipo de actividades.

La economía de la ciudad de Vitoria durante la etapa preindustrial se basaba en la artesanía y en los pequeños comercios.  Sus viviendas constaban de varias plantas en las que la baja se destinaba a negocio, la primera el taller y la última, a vivienda familiar. Un menor porcentaje de la población se dedicaba a la agricultura, disponiendo sus plantaciones fuera de la muralla.

 Paula Pérez de Eulate.