05/27/18

BELMONTE (Anton Van Der Wyngaerde, 1563)


El dibujo escogido es de Anton Van Der Wyngaerde, del año 1563, y representa una vista panorámica de Belmonte, (rubricado en lo alto por el topónimo «Belmont»), que es un pueblo español de la provincia de Cuenca. Se trata de un esbozo realizado pluma y tinta sepia, de 21,1 x 30,1 cm., que se conserva en el Victoria and Albert Museum de Londres, en el álbum nº 8455, f. 26 v.
Anton Van Der Wyngaerde (Amberes, 1525 – Madrid, 1571) conocido en España como Antonio de las Viñas, fue un paisajista flamenco que representó en sus dibujos vistas panorámicas de varias ciudades de Italia, Francia, Países Bajos, Inglaterra y España. Destacó por su meticulosidad al resaltar los detalles. Estuvo al servicio del rey Felipe II desde 1557, quien le encargó recorrer España entre 1561 y 1570 para realizar una colección de 62 vistas de diferentes poblaciones.
La topografía de Belmonte en el siglo XVI es la de una típica villa medieval, rodeada por un recinto amurallado y protegida por un alcázar. El artista se sitúa al oeste, sobre la llanura manchega, en el camino que conducía a Monreal del Llano y los Hinojosos, donde aparecen varios viandantes y un caballero. En el relieve del paisaje se aprecian cuatro cerros, de izquierda a derecha: en el primero se localizan seis molinos de viento, en el siguiente las edificaciones de la villa, en el de San Cristóbal destaca el castillo y, en el último, hay un único molino. No se representan ríos ni arboledas, aunque había pinos y encinas. La llanura es de tipo cerealista, lo que se justifica por la representación de siete molinos de viento, de los que en la actualidad solo se conservan tres.
En este boceto panorámico, la morfología irregular de Belmonte no permite identificar con claridad su estructura urbana. Pero podemos explicar que la villa manchega estaba organizada en tres barrios: el cristiano, intramuros; el arrabal musulmán, extramuros, detrás del arco de Chinchilla; y el judío a espaldas de la puerta de Toledo. Sus calles eran estrechas y de trazado curvilíneo, con edificaciones bajas o de una planta, salvo los de la nobleza y los religiosos, de mayor calidad y porte arquitectónico.
Wyngaerde representa un edificio cuadrangular a la izquierda de la población, que el pintor identifica como “caça dol sor” (casa del señor) y que corresponde al palacio del Infante Don Juan Manuel, señor de Belmonte, que lo construyó como alcázar en el primer tercio del siglo XIV. Sin embargo, en 1563 era un convento de dominicas. De sus elementos arquitectónicos destaca el salón regio, utilizado como iglesia conventual y el patio plateresco, de doble arcada. El siguiente edificio, situado en el centro del pueblo, es “la glesia magior” que actualmente es la colegiata de San Bartolomé Apóstol. Fue mandada construir por Juan Pacheco en 1459, sobre la antigua iglesia de Belmonte. De factura gótica, conserva la pila bautismal de Fray Luis de León. El castillo también fue patrocinado por Juan Pacheco, en 1456, en el cercano cerro de San Cristóbal, sobre una fortaleza del siglo anterior. Es el emblema de Belmonte. Arquitectura militar de estilo gótico-mudéjar, de planta entre pentagonal y estrellada, y con torreones cilíndricos. Dispone de un gran salón de gobierno, cubierto por una magnífica armadura mudéjar de lacería y estrellas. Está contigua la capilla del palacio, con otra espléndida techumbre mudéjar ochavada sobre trompas.
El recinto amurallado bajomedieval partía desde el castillo y disponía de nueve torreones y cinco puertas: al norte la puerta de San Juan, al sur la de Chinchilla, y al oeste la Nueva, la de Toledo o Monreal (la única representada en el dibujo) y la del Almudí o del Rollo. Hay dos grandes lienzos de tipo cremallera o en zig-zag. Esta defensa de la villa fue construida en 1456 a partir de un acuerdo entre el marqués Juan Pacheco y el concejo Belmonteño. 
La base económica de Belmonte ha sido siempre la agricultura. Su importancia política y patrimonial se originó en los siglos XV y XVI, gracias a la nobleza local, la familia Pacheco. Destacó Juan Pacheco, tercer señor de la villa y primer marqués de Villena, valido del rey Enrique IV de Castilla, dotándola de nobles construcciones militares, civiles y religiosas. Culturalmente, hasta el siglo XVI convivieron los cristianos, judíos y musulmanes. Pero tras la expulsión de estos dos últimos grupos religiosos, proliferaron numerosos conventos de diversas órdenes religiosas: concepcionistas, dominicos, franciscanos, jesuitas, trinitarios y ursulinas. Además, la villa contó con un corral de comedias. En conclusión, Belmonte era en 1563 una pujante villa agrícola que destacó política y patrimonialmente, gracias a la protección de la familia Pacheco.
Alba Pastor López