Esta pintura representa la ciudad amurallada de Ávila. Se trata de un óleo sobre lienzo realizado en 2012 por el pintor Luciano Díaz-Castilla, nacido el 8 de enero de 1940 en el Soto, anejo de Piedrahita (Ávila). Actualmente reside y tiene su taller en el mismo lugar. Es un paisajista de su tierra y de Castilla en general, que no se define seguidor de ninguna corriente artística. Ha realizado numerosas exposiciones por todo el mundo. El cuadro que aquí contemplamos fue pintado para la exposición “Santa Teresa de Ávila”y se expuso misma ciudad entre el 13 de marzo y el 1 de noviembre de 2013, en la sala de exposiciones Lienzo Norte.
La obra refleja la muralla que rodea a Ávila, así como su confuso entramado urbano. En el cuadro se distinguen perfectamente los edificios y la muralla, dando la impresión cierta de una ciudad antigua fortificada que lleva entre sus piedras muchos siglos de historia. Esta vieja ciudad castellana está situada en un promontorio rocoso que domina las llanuras adyacentes, frente a las estribaciones de la sierra de Gredos. Su clima es continental, con veranos cálidos e inviernos muy fríos. Esto se refleja en el trazado de las calles dentro del recinto amurallado: apiñada, con calles estrechas y sin apenas espacios amplios.
Como corresponde a la época medieval de su construcción, la morfología de Ávila es compacta y cerrada, completamente dirigida a la defensa de la propia ciudad. El trazado urbano es irregular, con calles estrechas y callejones que las unen, con pocos espacios abiertos. Todos los edificios principales de una ciudad medieval, como son la catedral, una decena de iglesias, los palacios de la nobleza local, la plaza del mercado, etc., están dentro de las murallas. Es cierto que también encontramos edificaciones importantes fuera de la muralla como es la iglesia de San Vicente. En la actualidad, la muralla está libre de construcciones adosadas, tanto en su interior como en su exterior, para dar libertad de movimientos y asegurar mejor la defensa. Sin embargo, el ábside de la catedral y algunos palacios nobles sí lograron el privilegio de construirse junto a la muralla.
En la pintura también se distinguen algunos elementos significativos: en la parte más alta, la catedral de estilo gótico, datada entre los siglos XI y XV, diversas iglesias, un campanario medieval en uno de los torreones, palacios medievales y, en la parte central, las viviendas de la población. Lógicamente no son las construcciones originales sino que se han ido renovando paulatinamente a lo largo de los tiempos. Además, se ve claramente una de las líneas de fijación de la ciudad, que es el río Adaja. Este río marca claramente el límite del casco urbano de Ávila y el extrarradio de la ciudad, situado por fuera de la muralla. En esta última zona podemos encontrar la Ermita de San Esteban, la de San Segundo y los Cuatro Postes de Santa Teresa, entre otros monumentos.
En la actualidad, Ávila ha crecido mucho y las modernas industrias y el comercio se localizan en el exterior de la muralla. Pero esta se ha convertido en la seña de identidad de la ciudad y es el principal atractivo turístico que posee. La economía de esta parte de la ciudad es el turismo, cada vez más numeroso, y los pequeños comercios que surten a la población. También en ella están numerosos edificios administrativos y culturales. Después de casi mil años de su construcción, la muralla continúa protegiendo la parte antigua de la ciudad y siendo uno de los principales elementos que evita su despoblación.
María Sánchez Cortés