Granada está situada en la comarca Vega de Granada, en una amplia depresión intrabética, formada originalmente sobre las colinas de la Alcazaba Cadima y Asabika-Mauror, por tres ríos: Beiro, Darro y Genil y por el piedemonte de Sierra Nevada, que condiciona su clima. Tiene una estructura topográfica y paisajística con fondos arbolados de pendientes fuertes y valles que marcan una inflexión de luz importante.
El área centro del conjunto histórico de Granada adquiere fisonomía urbana en el siglo XI, cuando el primitivo núcleo ibérico, localizado en la que ya era Alcazaba musulmana zirí, se funde con el otro núcleo urbano que, en la margen izquierdo del rio, constituía el asentamiento de la población judía. En 1492 se inicia una etapa de grandes transformaciones en la ciudad, cuyo objetivo es la adaptación del espacio y la edificación. Por una parte, el proceso de reformas conduce a la aparición del «carmen», tipología residencial muy vinculada a los cambios que se producen en la ocupación de los suelos de los barrios altos abandonados por la población morisca. Por otra, en las zonas más llanas de la antigua «medina» musulmana, va surgiendo el tipo de residencia más acorde con los usos y costumbres de la sociedad castellana.
La presencia francesa, entre 1810 y 1812, impulsará operaciones de equipamiento y transformación del espacio público que resultarán decisivas para componer la imagen urbana de la ciudad burguesa. A comienzos del siglo XIX Granada conserva buena parte de la estructura que los musulmanes desarrollaron durante largos siglos de permanencia con su peculiar urbanismo pero a la vez experimenta cambios económicos y demográficos que se manifiestan en el trazado de la ciudad, con diseños de nuevos parques, jardines, plazas, etc. Un buen ejemplo de ellos son los Jardines del Triunfo, en el antiguo emplazamiento entre la Puerta de Elvira, el Hospital Real y la plaza de toros, representada en esta imagen de Alfred Guesdon.
Debido al incremento de la tasa de población y a la demanda burguesa de nuevas fórmulas urbanas, se produce un cambio en la morfología de la ciudad. Así se distinguen varias zonas urbanas claramente diferenciadas. La primera es el casco antiguo, constituido por una trama de calles estrechas y angostas adaptadas a la fisionomía geográfica delimitada por la antigua muralla , la puerta de Elvira, el Albaicín… con gran carga simbólica del mundo musulmán.
La segunda es un ensanche, establecido como una ampliación planificada de la ciudad con calles anchas y rectilíneas, formada por viviendas propias de la burguesía para dar respuesta al incremento de la mano de obra proveniente de las zonas rurales, y nuevas zonas que sirven de “dormitorio” alrededor del barrio de la catedral, dándole a la ciudad un aspecto más ortogonal. Entre las intervenciones más importantes se encuentra la construcción de grandes avenidas como la Gran Vía y numerosos espacios públicos para dar respuesta al tiempo de ocio y el intercambio comercial de la burguesía. A pesar de ello, la línea de fijación determinada por los sistemas montañosos continúa impidiendo un crecimiento de la ciudad por la parte del Albaicín y la Alhambra, de tal forma que la ciudad se extiende hacia el noroeste, a partir de Puerta Elvira y el barrio de la Catedral.
Por todo esto, el plano de la ciudad es irregular, desordenado y sin forma definida, adaptándose a la morfología física del casco histórico de Granada. Se produce un ensanche para acoger a los burgueses produciéndose una rectificación del tejido urbano en las afueras combinando el gusto historicista y ecléctico de la burguesía.
Miguel Ángel Gómez Beltrán