La calle de Atocha era una de las zonas más transitadas de Madrid en el siglo XVIII, como puede apreciarse en esta imagen pintada por Antonio Joli, pintor italiano conocido por sus escenografías en Módena y Perugia. Joli viajó a Madrid llamado por el castrato Farinelli para trabajar en la corte en sustitución del fallecido Giacomo Pavia. Estuvo allí durante cuatro años, en los cuales le dio tiempo a pintar varios cuadros de la ciudad de Madrid, entre los cuales se encuentra esta vista de la calle de Atocha. En él se puede observar cómo la calle era utilizada de vía de comunicación, transporte y conexión de los distintos espacios urbanos que se interrelacionaban en este punto. El trazado urbanístico en torno a esta calle seguía un plano ortogonal, según el cual la ciudad se organiza en calles largas y rectilíneas que se cruzan entre sí formando ángulos rectos, originándose a su vez manzanas rectangulares o cuadrículas.
Esta era la primera imagen de la ciudad de Madrid que tenían todos los viajeros que llegaban a la Estación del Mediodía cuando en el siglo XIX se instaló la segunda línea de ferrocarril de España. En esa época se introdujeron las líneas ferroviarias, con una mejora de los transportes y carreteras, para comunicar la periferia con las principales ciudades, favoreciendo así, el empuje de la industrialización.
La mayoría de las construcciones que podemos observar en la pintura son barrocas del siglo XVII. Algunos edificios poseen un importante valor monumental, sobre todo las iglesias y conventos ubicados en la parte alta de la calle, visibles al final de la pintura. En la parte baja, en cambio, se construyeron hospitales, convertidos en la actualidad en conservatorios de música y museos como el Reina Sofía.
Entre los espacios abiertos, se puede apreciar una gran cantidad de espacios dedicados al intercambio comercial, que caracterizaban a una sociedad eminentemente urbana ocasionada por el éxodo rural. A pesar de ello, la actividad económica que más beneficios aportaba seguía siendo la agricultura, como bien se observa en el primer plano de la imagen. Por otro lado la gran extensión de la calle también era empleada como paseo para el comercio y ocio.
La construcción posterior de rondas y barrios más modernos, junto con los más antiguos, hizo que la glorieta de Atocha se insertara en el eje que conforma el Paseo de la Castellana, Recoletos y el Prado, atravesando la ciudad de norte a sur. Esta disposición actual es debida a que en el sur de Madrid se construyó el acceso que comunicaba con el nuevo Puente de Toledo en 1732, remodelándose en torno a la puerta de Atocha con una red caminera en forma de tridente. Esto dio lugar a la formación de los paseos de Atocha en 1736 y de las Delicias en 1754, integrando en el trazado viario el Santuario de Santa María de la Cabeza. Queda mencionar que a finales de siglo XVIII Carlos III realizaría las reformas urbanas más importantes hechas hasta entonces en la capital, siguiendo las directrices ilustradas del Conde de Aranda y del de Floridablanca.
Sandra Polo Soria