LUGO (Benito Chias y Carbó, 1911)


Esta es una carta corográfica de la ciudad de Lugo de principios del siglo XX, realizada por el ingeniero militar Benito Chias y Carbó, autor de numerosos mapas que forman la Colección de cartas corográficas de las provincias y capitales de España, y otras obras como el Atlas geográfico pedagógico de España. Sus mapas más conocidos están incluidos en la España regional  e ilustran los textos descriptivos de Ceferino Rocafort y Casimiro Dalmau, en una obra publicada en Barcelona por la editorial Alberto Martin. a principios del siglo XX.
El casco antiguo amurallado de Lugo está situado al Noroeste de España, sobre una colina de 450 metro de altitud y casi por completo rodeado por el río Miño y los ríos secundarios Chanca y Rato. Su paisaje rural está muy marcado por el Miño, de hecho forma parte de la Reserva de la Biosfera “Terras do Miño”, en reconocimiento a la conservación de los paisajes y hábitats fluviales. El clima es Oceánico templado, con pocas precipitaciones en verano y con precipitaciones abundantes el resto del año (1000 mm anuales), con una temperatura media anual de 11°C. 
La teoría más extendida sobre el origen de Lugo es la que defiende la existencia de un castro prerromano, o bien, que hubiese un lugar sagrado dedicado a la divinidad nativa de Luc y, luego, este lugar fuese reconvertido en asentamiento militar romano hasta que el legado de Augusto, Paulo Fabio Máximo la fundara como ciudad de Lucus Augusti al final del cambio de era. Pasó a ser por su situación una ciudad importante dentro del núcleo de comunicaciones romanas y capital de la Gallaecia norte.
La famosa muralla romana se levanta entre el 265 y 325 d. C. ante la amenaza de las tribus bárbaras. En el año 459 es conquistada por los suevos y en la Alta Edad Media los musulmanes la conquistaron y dominaron, entre el 714 y 755. En ese último año fue reconquistada por Alfonso I de Asturias, y con él comenzó la repoblación y el señorío episcopal sobre la ciudad. El clero pasó a ser el grupo social dominante y el Obispo ejerció el poder territorial y espiritual, lo que originó a lo largo de los siglos conflictos entre el cabildo y la nobleza y también con la burguesía. Entre los siglos XVI y XVIII, las transformaciones que la modernidad trae a Europa no se manifiestan en la ciudad. Urbanísticamente esta crece intramuros, gana terreno la actual plaza mayor, lugar donde se celebraba el mercado, y se extienden las zonas de los conventos de Santo Domingo y San Francisco. Sólo en la segunda mitad del XVIII se realizan importantes obras impulsadas por los Obispos, como la traída de agua a la ciudad aprovechando el acueducto romano.
Durante la Guerra de la Independencia, la ciudad fue ocupada por los franceses, que saquearon el tesoro catedralicio, lo que afecto seriamente a la economía eclesiástica. A principios del siglo XIX Luego seguía siendo una ciudad eminentemente eclesiástica, con un recinto urbano de gran irregularidad, en el que se aprecia la importancia de los edificios eclesiásticos y las zonas verdes, que ocupaban más del 50% del recinto amurallado, y otras dedicadas a la explotación agrícola (32 Has.). Entre ellas se abren caminos de carros (carriles), con calles tortuosas y estrechas de aspecto y ascendencia medieval, con algunas casonas señoriales, todo ello constreñido por la muralla, que mantiene casi intactos sus cubos y donde se abren cinco puertas al exterior.
Lugo sufre una gran transformación urbanística en el segundo y último tercio del siglo XIX. Los cambios son propiciados por la implantación del sistema liberal, que trajo consigo las leyes de desamortización y, como consecuencia, la enajenación de los conventos y huertas conventuales por parte del estado. Estos espacios pasaron a ser ocupados por edificios administrativos, hecho potenciado por la designación de Lugo como capital de provincia en 1833, lo que permitió un crecimiento de la ciudad en torno a los nuevos edificios y la construcción de plazas y ejes varios. De todas formas, la ciudad se desarrolló principalmente intramuros, debido a la gran disposición de espacios sin edificar.
En la imagen escogida, de principios del siglo XX ,ya aparecen calles amplias de trazado rectilíneo (Bolaño, Ribadeneira, Nueva, Riaño, San Marcos…), y plazas con entidad propia (Santo Domingo, Mayor y Ferrol), que conforman los espacios urbanos mejor dibujados de Lugo. Los espacios verdes se recortan pero aun siguen ocupando un 30% del casco urbano. La muralla se perfora con cuatro nuevas puertas que pretenden comunicar el casco histórico con la proyección exterior de la ciudad. 
Los terrenos aledaños a los conventos, los compran al estado miembros de la burguesía Lucense, que edifican casas con tendencias gallegas de la época, de tres plantas con vanos balcones y galerías. En 1894 se instala el alumbrado público y se embellece Lugo con la construcción de jardines en sus principales plazas. El tránsito hacia un nuevo esquema social de dominio burgués se ve reflejado en el incremento de la población de Lugo, que pasa de unos 8.000 hab. en 1857 a 10.700 hab. en 1900. Entre sus vecinos cuenta ya con miembros de la aristocracia rural que se instalan en la ciudad para controlar mejor sus redes clientelas, al estar próximos a los centro del poder administrativos. Crece el número de funcionarios, profesionales liberales y otros colectivos, la iglesia recupera espacios y efectivos y sigue habiendo agricultores en el entorno urbano e incluso dentro del recinto. Se potencia la comunicación con el exterior a través del ferrocarril (eje La Coruña- Lugo- Madrid) y carreteras (La Coruña- Madrid), aunque Lugo seguirá siendo una ciudad provinciana durante décadas.
Los elementos más representativos de la ciudad son la muralla, una fortificación romana de estilo “legionario hispánico” con un perímetro de 2.140 metros, conserva 72 de los 85 cubos semicirculares primitivos; es la única muralla romana del mundo que conserva todo su perímetro original, y por eso fue declarada Patrimonio de la Humanidad en el 2000. En segundo lugar, la Catedral de Santa María, de planta de cruz latina con tres naves, crucero y girola; su construcción duró más de un siglo, motivo por lo que es una mezcla de estilos románico, gótico, barroco, renacentista y neoclásico, por lo que también fue incluida en la lista del patrimonio mundial en 2015. Además destacan la Iglesia y Convento de los Franciscanos, construido en el siglo XIII en estilo gótico, con un excepcional claustro; es el monumento religioso más importante de la ciudad después de la catedral, y fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1931. 
En la época de la imagen, a principios del siglo XIX, la ganadería y la agricultura en la provincia de Lugo tenían carácter de subsistencia familiar. La estructura de las explotaciones y parcelas no invitaban a un proceso de modernización agraria, ya que esto supondría una expulsión de la mano de obra de campo que el sector industrial poco desarrollado no sería capaz de absorber. Fue con la llegada del ferrocarril y la celebración de las ferias de ganado de San Froilán, lo que condujo a Lugo a ser el principal centro de comercio de ganado vacuno peninsular. 
Lucía Cabrera Díez
 

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