La ilustración que nos ocupa es una representación a vista de pájaro o en perspectiva desde el noreste del plano de la ciudad de Bolonia realizada por Johannes Blaeu (1596-1673) en 1663, quien llegaría a ser cartógrafo oficial de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Esta obra de título “Bononia Docet Mater Studiorum Illustrissimo Senatui Bononiensi” está dedicada por el autor a Beatissimi Patris Alexandri Septimi, Pontificis Maximi y queda recogida dentro de la obra “Theatrum Civitatum et Admirandorum Italiae, Ad aevi veteris & praesentis temporis faciem expressum” que se encuentra en la Biblioteca Nacional de España y que se puede consultar a través de la web de la Biblioteca Digital Hispánica.
Desde el mar Adriático hasta el valle del Po, siguiendo la línea de los Apeninos más septentrionales, la rectilínea vía Emilia fundó las colonias de Parma, Módena, Bolonia y Rímini entre otras como vanagloria del poder del Imperio Romano. Hablar de Bolonia supone hablar de 3.000 años de historia, Felsina para los etruscos o Bona para los celtas. En el año 189 a.C. se funda Bolonia, colonia romana, como parte de la estrategia de asentamientos a lo largo de la vía Emilia, vía que da nombre a esta zona de la península itálica y que se conoce como Emilia Romaña.
Los estrictos criterios romanos diseñaron el trazo de Bolonia según el modelo de ciudad colonial con dos calles principales que se cruzaban en el Foro: el Cardo máximo que atraviesa de norte a sur y el Decumano máximo que da continuidad a la vía Emilia, actualmente ocupada por las vías Ugo Bassi, Rizzol y Strada Maggiore. Sobre éstas se dispuso la cuadrícula urbana que dio lugar a un recinto cuadrado. La caída del Imperio supuso el levantamiento de un primer anillo conocido como “Cerchia di Selenita”. La conquista Lombarda supuso un giro en la evolución y diseño del plano de la ciudad. Sobre el lienzo, la tendencia ortogonal de la ciudad romana sería sustituida por la extensión del plano de forma radiocéntrica.
Su localización estratégica le proporcionó una gran prosperidad durante el Medievo, hecho que constata la construcción de la universidad en el 1088 y las numerosas torres de gran altura que son hoy símbolo de la ciudad. Estos tiempos de pujanza significaron un gran crecimiento demográfico que determinó la construcción del segundo anillo o “Cerchia del Mille” (1176-1192). La ordenación del crecimiento mantuvo la base reticular romana en la zona occidental mientras que en la zona oriental se continuó con las directrices radiales lombardas.
A finales del siglo XIII, Bolonia era la quinta ciudad más poblada de Europa por detrás de Córdoba, París, Venecia y Florencia, y junto con Milán la mayor área de industria textil de Italia. Aunque estaba lejos del mar poseía el sistema de canales más avanzados de Europa (Leonardo da Vinci diseño uno de ellos) que abastecía de energía hidráulica a sus fábricas y favorecía el transporte de las materias primas y sus productos manufacturados. Este periodo impulsó la construcción de un nuevo anillo que ampliaría considerablemente el recinto urbano. Será esta tercera y última muralla conocida como “Circla” la que delimite el casco histórico actual de la ciudad como podemos observar en la pintura de Blaeu. Tras la nueva delimitación, la ciudad se organizará en cuatro barrios que hacen referencia al nombre de las puertas romanas ya desaparecidas poniendo de manifiesto la importancia de la historia para los boloñeses.
Bolonia, la ciudad que en el siglo XVI verá coronar a Carlos V y que, durante el siglo XVII fecha de la que data esta ilustración, será testigo de la preponderanza spagnola en Italia. Su posición y riqueza la transformó en un objeto de deseo para los diferentes poderes que ambicionaban con dominarla. La inclusión dentro del dominio del Estado Papal hizo que la ciudad pudiera mantenerle un pulso a la misma Roma durante dos siglos. Sin embargo, la llegada del siglo XIX, con las conquistas napoleónicas, la Restauración del Congreso de Viena (1815) y las rebeliones independentistas la expansión de la ciudad se paralizaría sumiéndola en una de sus épocas más oscuras hasta que en el siglo XX debido a la industrialización la última muralla fuera demolida para favorecer el crecimiento siguiendo las indicaciones del Plano Regulador de 1889. Una vez más, la importancia de su localización le supondrá un alto precio durante la Segunda Guerra Mundial, pues tras sufrir varios bombardeos su casco histórico quedó muy deteriorado provocando el abandono masivo de sus residentes. Este hecho provocó la puesta en marcha de un polémico e innovador proyecto de recuperación para el Centro Histórico de Bolonia conocido como el Plan Bolonia que se desarrolló durante las décadas de los años setenta y ochenta, y que nos ofrece un marco de actuación sobre la importancia de recuperar las ciudades heredadas incluyéndolas dentro del modelo de crecimiento urbanístico de nuestras ciudades.
Gracias a su ubicación estratégica tanto Bolonia como las demás ciudades a lo largo de la Vía Emilia han vivido un crecimiento bien organizado como consecuencia de la fuerte industrialización muy activa en el norte de Italia además de formar parte del entramado ferroviario más importante del país. Debido a esto como podemos observar más abajo en Google Maps la ciudad ha ampliado su área metropolitana de forma significativa donde la obra de Blaeu quedaría como el casco histórico de la ciudad actual.
Javier Pastor