La imagen que hemos seleccionado data de 1613 y se hace llamar como “Joyeuse Entrée” la cual se considera una de las más antiguas y raras perspectivas de Lisboa, dónde podemos ver la ciudad celebrando uno de los acontecimientos más grandes de Europa a comienzos del siglo XVII: la entrada triunfal de Felipe III de España el 29 de junio de 1619 en Lisboa. Además, se desconocen varios detalles de esta obra, como el autor, y que la realización de esta obra fuera cinco años antes de la llegada de Felipe III, se cree que el Rey fue retrasando su llegada a Lisboa durante varios años y por tanto, el trabajo es una vista previa de la recepción del Rey hasta su llegada final. Nuestra obra pertenece a la colección del castillo de Weilburg en Alemania.
Lo primero que apreciamos es que Lisboa aparece como una ciudad bien abastecida, ya que se encuentra rodeada de agua con el Océano Atlántico y el río Tajo. Asimismo, observamos la presencia de tierra fértil en las afueras de la ciudad con terrenos para cultivar y abundancia de montes que producen la leña para la construcción de las embarcaciones. Podemos ver que la ciudad se asentó sobre un relieve muy concreto, entre colinas que encerraban un pequeño valle que se abría al Tajo. Uno de esos montes recibiría su nombre como colina del castillo, a causa del Castillo de Sao Jorge que se construiría en su cima. Elemento éste muy importante en la historia de Lisboa, ya que durante los siglos VIII y XII, fue una importante ciudad musulmana y portuaria; en la que los árabes se asentaron en torno a la construcción del Castillo de Sao Jorge, fortificándolo y resistiendo hasta el año 1147, momento en el que la ciudad fue tomada por Afonso Henriques, primer rey de Portugal. Quedando así en poder de los cristianos.
Otra decisión que llevó se cabo como muestra de poder tras la conquista cristiana fue la transformación de la principal mezquita de Lisboa en la catedral Sé de Lisboa, convirtiéndose en la iglesia más importante de la ciudad y erigiéndose como núcleo de crecimiento urbano. Asimismo, entre los años 1373 y 1375 se realizó la reconstrucción de las murallas que rodean a la ciudad, dotando los 1930 metros de perímetro de la muralla islámica en 5710 metros de perímetro.
En la imagen podemos apreciar en cuanto al plan urbanístico que el trazado del casco antiguo es muy irregular y denso, con la presencia de calles estrechas y tortuosas, que conservan en buena parte el trazado musulmán. Además observamos la densidad del plano urbano, en que todas las viviendas se agrupaban unas con otras alrededor de las murallas y convergían hacia la zona del puerto, que adquiere importancia como centro principal de comercio y residencia. Impulsado a su vez por la construcción del puerto y los astilleros, así como la presencia del nuevo Palacio Real o Palacio de Ribeira, construido en 1511, y desplazando el centro de poder portugués a la ciudad baja, junto al Tajo. Este palacio se ubicaba perpendicularmente a la orilla del río Tajo y estaba situado junto a la Plaza de Comercio. Una de las características que podemos observar es la amplitud de la plaza, que se corresponden a reformas urbanísticas posteriores, realizadas en la Edad Moderna y que efectúa una función de explanación y regularización muy importante.
En la propia Plaza de Comercio se estableció la Casa de Indias, que enriqueció aún más la ciudad debido a centralizar el comercio con las costas de Cabo Verde, y organizar al comercio con Asia, África y Brasil, convirtiéndose así en el centro más importante de Europa en cuanto al tráfico de esclavos. De esta manera el puerto de Lisboa se convirtió en uno de los más importantes del mundo y fue la fuente principal de ingresos económicos de la ciudad.
Esta era la estructura de la Lisboa triunfal, la capital del floreciente Imperio portugués de los siglos XVI y XVII, que se había forjado durante la era de los Descubrimientos. Este protagonismo internacional y su condición de ciudad marítima la encumbraron hasta ser uno de los principales centros de comercio europeo, tal y como vemos reflejado en la imagen con la inmensa presencia de la galera real y los barcos disparando en saludo a la llegada de Felipe III sobre el río Tajo.
Tal era la importancia de la posición de Lisboa entre Europa y el nuevo mundo, así como las actividades tanto de comercio e intercambio de productos, y de salida de grandes expediciones marítimas, que se convirtió en un lugar ideal para el gobierno de un imperio mundial. Por eso, aprovechando el motivo de la llegada por primera vez de Felipe III a Portugal para la celebración de las Cortes, para ser jurado como rey, se le pidió que convirtiera a Lisboa en la capital del Imperio. Esto da muestras de la importancia de Lisboa en el siglo XVII, ya que era considerada un punto de referencia marítimo y comercial a nivel mundial.
Javier López Pérez