Este cuadro, que data del año 1718, representa la Piazza del Popolo (Plaza del Pueblo) de Roma pintada por el pintor holandés Gaspar van Wittel. Fue en Roma donde desarrolló su peculiar tipo de paisaje con una perspectiva cuidada y una descripción muy detallada de los espacios urbanos. Se trata de una representación muy característica de la época barroca italiana del pintor, donde se aprecia las actividades sociales cotidianas de la época, como son personas caminando, montando a caballo o paseando en carruaje. La plaza está concurrida. No es de extrañar esta composición, ya que en esa época eran frecuentes las peregrinaciones a Roma. Esta obra pertenece a una colección privada en la actualidad. Si se desea ver más obras del pintor, se puede ver “La Piazza Navona” en este mismo blog.
La pintura nos muestra la Piazza del Popolo, que tiene forma de trapecio. Esta plaza está situada al comienzo de la Vía Flaminia, en la puerta norte de las antiguas murallas aurelianas del Imperio romano, donde en la antigüedad se encontraba la Puerta Flaminia, que era la principal calzada hacia el norte, que comunicaba la capital con el mar Adriático al atravesar los Apeninos. Este espacio abierto y céntrico, que atravesaba lateralmente el Campo de Marte, es un eje urbano que estructuró la colonización de la zona de Roma en la época medieval. En 1099 se construye, junto a las murallas aureanas, la iglesia de santa María del Popolo que fue financiada por el pueblo. La plaza está situada entre el río Tíber y la colina del Pincio, que contiene numerosos jardines.
La composición de la plaza es espectacular porque tiene dos iglesias gemelas, Santa María de los Milagros y Santa María de Montesanto, entre las cuales desembocan las tres calles principales de Roma: la Vía del Babuino, la Vía del Corso y la Vía di Ripetta. En las tres calles se encuentran a su vez numerosos edificios importantes como el Mausoleo de Augusto, el Palacio Rondinini y el Ara Pacis Augustae; y numerosas iglesias como la Iglesia de Jesús y María y la Iglesia san Atanasio. Estas calles, son la cumbre del llamado tridente, que van a confluir con precisión matemática en el enorme obelisco que reina en el centro de la plaza. El Obelisco Flaminio, de 24 metros de altura, es un monolito egipcio de granito de la época de Ramsés II, trasladado del Circo Máximo en tiempo del emperador Augusto, de donde fue desenterrado por el papa Sixto V en 1589. Dicho papa quiso trasladarlo a esta plaza y realzarlo, para acoger a todos los peregrinos llegados del continente. El papa quiso usar obeliscos delante de las principales iglesias, para que, los peregrinos al verlos desde lejos, supiesen que allí había una iglesia. En esta época, Italia no estaba unificada. El desarrollo del cristianismo hizo que el papa, obispo de Roma, adquiriese gran relevancia a nivel religioso y político al establecer Roma como centro del cristianismo. En el siglo XIX Roma se anexiona al Reino de Italia, siendo Roma la capital de los Estados Pontificios. Es una de las ciudades santas del catolicismo que tiene numerosas iglesias que poseen las reliquias de muchos santos. Con todo, en esa época, no se daba la importancia a las ruinas romanas que se dan en la actualidad.
El aspecto actual de la plaza es obra del arquitecto Giuseppe Valadiet, quien la remodeló en 1823 con elementos urbanos de estilo neoclásico. Dicho arquitecto supo integrar hábilmente paisaje y arquitectura, aprovechando la pendiente natural de la colina de Pincio y sustituyó la antigua forma trapezoidal por una elíptica. Tanto el obelisco como los dos hemiciclos de la plaza fueron decorados con estatuas alegóricas y con fuentes. La plaza es utilizada por los romanos para recibir al nuevo año.
Jonatan Miron