PADUA (Canaletto, 1740)
La imagen nos lleva hasta Padua, una ciudad situada en el norte de Italia al suroeste de la región del Véneto. Se trata de un dibujo realizado a lápiz y tinta por el famoso artista veneciano, Canaletto, padre de las “vedute” y uno de los máximos exponentes de la pintura del siglo XVIII. Este grabado, realizado en dos partes en 1740, pertenece a la etapa previa del artista en Londres, cuando realiza una serie de obras, caracterizadas por reflejar vistas de distintas zonas del Véneto y de Roma, para Joseph Smith, cónsul británico en Venecia. La obra actualmente está en la Royal Collection de Windsor. El dibujo objeto de análisis nos muestra un perfeccionamiento en la técnica del artista, donde aparecen reflejados con inmensa belleza y realismo los aspectos monumentales de la ciudad, entremezclados con pequeños detalles, que parecieran dotar de vida a todo el conjunto.
Esta obra de arte nos permite contemplar uno de los lugares más importantes en Padua, su famosa plaza Patro della Valle con la Basílica de la Abadía de Santa Justina, en la primera parte de la imagen, y la Iglesia de la Misericordia en la segunda. También es posible apreciar un buen número de palacios patricios, pertenecientes a las familias aristócratas de la ciudad, que se construyeron en torno a la plaza entre los siglos XV y XVI, entre los que destaca aquel conocido actualmente como Loggia Amulea, propiedad de Antonio de Mula o Amuleo, que fue destruido en 1822 a causa de un incendio. Este lugar tan emblemático de la ciudad se encuentra en la periferia de su casco histórico, compartiendo con el mismo un trazado urbano de amplias plazas, destinadas sobre todo al comercio, con amplias calles con soportales que comunican unas con otras.
La imagen nos traslada a una época histórica, conocida como la “serenissima”, donde Padua se encuentra bajo la dominación de Venecia, constituyéndose como una de las provincias de la República Véneta. Durante este periodo, la ciudad experimenta un fuerte crecimiento arquitectónico y cultural, en el que se levantan algunos de sus monumentos más importantes, y la Universidad le dota de gran popularidad en la región. Uno de estos monumentos es el actual Patro della Valle, si bien, la imagen refleja el terreno previo a la construcción del mismo, en torno al 1775, de la mano de Andrea Memmo y Domenico Cerato.
Desde el origen romano (donde se levantaba un gran teatro llamado Zairo) hasta la construcción del actual monumento, este espacio ha experimentado cambios en su aspecto, pero siempre ha sido un lugar de regeneración de la cultura y del ocio de la ciudad. Destaca el periodo comprendido entre los siglos XVI y XVI, cuando alrededor de la plaza los llamados patricios construyeron sus palacios, visibles también en la imagen. En el otro lado de la misma se sitúan las viviendas de los comerciantes y artesanos. En 1775 Andrea Memmo y el arquitecto de la ciudad, Domenico Cerato, comienzan la construcción de la plaza actual. Si bien el proyecto no se pudo llevar a cabo en su totalidad, pues el centro del Prato della Valle no alberga ni negocios ni lugares de ocio como se pretendía, el resultado es una espectacular plaza con una isla verde en el centro, rodeada por un canal que puede ser cruzado a través de cuatro puentes y un redoble de figuras de mármol que representan personajes ilustres de la ciudad.
Tal y como nos muestra Canaletto, este Prato della Valle es en esencia desde su origen, pasando por el momento en que fue realizado el dibujo y hasta la actualidad, un espacio donde nace y se desarrolla la cultura de la ciudad, así como sus actividades económicas y sociales más importantes. Custodiando la plaza, a la izquierda, el pintor nos muestra la Basílica de Santa Justina, que se levanta sobre la tumba de la Santa, patrona de la ciudad. La primera basílica fue mandada construir por Opilone (en el 520) y es con la llegada de los primeros monjes benedictinos, en torno al 917, cuando se funda la abadía. En 1177 y, como resultado de un terremoto, la basílica de Opilone es destruida conservándose únicamente un santuario anexo, que podemos admirar en la actualidad. El máximo esplendor de este monasterio tiene lugar con la llegada del abad Ludovico Barbo (antes del 1443), quien renueva la orden cisterciense y promueve fuertes relaciones de intercambio de conocimiento entre la Universidad y el monasterio, que tienen como resultado principal la creación de una Biblioteca en el mismo, que sigue vigente en la actualidad.
En conclusión, Canaletto refleja a la perfección el estado de una ciudad en crecimiento, preocupada por el desarrollo de su cultura, tanto en el ámbito académico como en su arquitectura propia, a la vez, que desarrollaba actividades económicas basadas, principalmente, en el comercio. El lugar reflejado en la imagen, es el símbolo de cómo se entremezclan los diferentes factores (cultura, arquitectura, comercio, ocio) que constituían la identidad de la ciudad en aquel momento.
María Camacho Peñalver