MÉRIDA (Alejandro Laborde, 1820)
Ésta es una representación del plano de la ciudad de Mérida (capital de Extremadura, España) a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Se trata de un grabado en plancha de cobre de un dibujo de Moulinier. Procede de la obra, Voyage Pittoresque et Historique de L’Espagne, de Alejandro Laborde.
Alexandre Laborde fue un escritor, viajero, anticuario y político francés que nació y murió en Francia (1773-1842). Su interés por el arte y sus buenas relaciones con el Rey de España (Carlos IV), el secretario de estado (Manuel Godoy) y el gobierno francés, le llevaron a realizar numerosos viajes por España que aprovechó para crear su obra Voyage Pittoresque et Historique de L’Espagne. En un primer momento, se dice que estuvo patrocinado por el Rey de España y el secretario, sin embargo, en 1808 estalló la guerra en España y Laborde tuvo que autofinanciarse para acabar su obra y casi le supone la ruina.
La obra Voyage Pittoresque et Historique de L’Espagne consta de 4 volúmenes ilustrados con 349 grabados de monumentos, paisajes, etc… de Cataluña, Valencia, Andalucía, Extremadura o Castilla la Mancha. Las ilustraciones están realizadas por un equipo de artistas entre los que destacan Jacques Moulinier y Francois Ligier. Esta imagen en concreto hace referencia a su viaje por Extremadura y de forma más específica, a Mérida.
Mérida se sitúa en la provincia de Badajoz (Extremadura) en un llano al suroeste de la Meseta a orillas del río Guadiana. Debido a su localización Mérida se convirtió durante la época romana (capital de Lusitania), edad media (capital de Hispania) y hasta el Califato en una de las ciudades más importantes por su situación estratégica entre las rutas comerciales del norte y del sur por el oeste de la Península. Esto hizo que Mérida se convirtiese en el nudo de comunicaciones y en núcleo comercial promoviendo y facilitando el crecimiento demográfico. No obstante, las guerras y conflictos harán que Mérida pierda gran parte de su población (pasando de aprox. 30.000 habitantes a 6.000) quedando en cierto modo “abandonada” hasta la llegada del ferrocarril en 1864 en donde alcanzarán los 12.000 habitantes y continuará con su crecimiento demográfico.
Desde esta evolución, podemos observar en la imagen los diferentes monumentos según cada periodo: Época Romana (azul), Edad Media Cristiana (verde) y Califato Musulmán (rosa). Durante la época romana, Mérida (Emerita Augusta) era la capital de Lusitania. Octavio Augusto fundó esta ciudad en el año 25 a.c para que sirviese de retiro a los soldados veteranos de las legiones. El trazado urbano se configura como una ciudad típicamente romana, de trazado ortogonal con 340 m en sus lados paralelos al Guadiana y 525 en perpendicular al río.
Gracias a esta época de máximo esplendor tenemos monumentos y elementos arquitectónicos como el puente de Lusitania, que adquiere gran importancia para el crecimiento económico de la ciudad al ofrecer la posibilidad de convertir Mérida en el nudo de las rutas comerciales entre el Norte y el Sur (Vía de la Plata). Como capital poseía dos foros, uno provincial (Lusitania) y otro municipal en que encontramos el Templo de Diana (finales del S.I a.c), el Templo de Marte (reconvertido en la capilla “El hornito de Santa Eulalia” en el S. VII la Edad Media), el Pórtico del foro (Siglo I d.c.; en él se encotnraron medallones y escudos con cabezas de Júpiter y medusa que actualmente se conservan en el Museo Nacional de Arte Romano) y las termas (baños públicos con estancias reservadas para actividades gimnásticas y lúdicas).
Además, encontramos monumentos destinados al ocio como el teatro (en la imagen aparece aún enterrado pues durante la Edad Media fue considerado inmoral por el cristianismo. En la actualidad se representan obras de teatro clásico durante los meses de julio y agosto.) y justo al lado el anfiteatro (donde se ofrecían luchas de gladiadores). Como podemos observar en la imagen, ambos se encuentran en las afueras de la ciudad representada (Mérida, finales del Siglo XVIII y principios del S. XIX). Durante la época romana Mérida albergaba una población mayor en donde tanto el teatro como el anfiteatro se encontraban en los límites de la ciudad, pero los diferentes conflictos y guerras que se fueron sucediendo provocaron tanto la destrucción de gran parte de la ciudad como el decrecimiento de la población quedando tanto el teatro como el anfiteatro en las afueras en la época representada en la imagen.
Otro monumento destinado al ocio fue el circo romano, que tanto durante la época romana como en el siglo XIX e incluso en la actualidad permanece a las afueras de la ciudad. A parte de éstos monumentos y aunque no se puede apreciar en la imagen, una de las obras más impresionantes que nos dejaron en esta ciudad los romanos es el alcantarillado, utilizado por los emeritenses hasta hace unos años. Aunque no aparece en la imagen, también se encuentra en Mérida El Museo Nacional de Arte Romano (MNAR), inaugurado en 1986.
A finales del Siglo III y principios del IV, nace una mujer cristiana llamada Eulalia, que a los 12 años protestó contra el emperador Diocleciano que había decretado una ley por la que prohibía el culto a Jesucristo mandándoles orar a ídolos paganos. Eulalia fue torturada hasta que murió, siendo posteriormente santificada y calificada como mártir, construyéndose la Basílica de Santa Eulalia en el siglo IV.
Tras las invasiones bárbaras y la caída del imperio romano en el siglo V d.c. Mérida pasó a ser la capital del Reino Visigodo (S. VI d.c) hasta que en el año 713 la ciudad cayó en manos musulmanas hasta la reconquista en 1230. A comienzos del siglo IX, los mozárabes de la ciudad se rebelaron contra el poder emiral de Córdoba, hasta que Abderramán II mandó construir la Alcazaba y desmantelar las murallas romano-visigodas que todavía defendían la ciudad.
Tras la Reconquista en el siglo XIII (1230) y su re-cristianización, Mérida pasa a ser una villa más. Al llegar los Reyes Católicos y los Austrias Mérida comienza a tener un lento crecimiento que se verá truncado y comenzara a decaer con la Dinastía de los Borbón debido a los conflictos y la Guerra de Sucesión. Éste último periodo supuso una lamentable pérdida de parte del patrimonio histórico y artístico que no será recuperado hasta finales del siglo XX. No será hasta posteriormente en el siglo XIX, cuando con la llegada del ferrocarril Mérida comienza a crecer y recuperar su demografía. Desde entonces, la ciudad comenzó a crecer estructuralmente hacia el sur, perdiendo la regularidad que caracterizaba la zona en la antigua época romana, hasta recuperar lo que fue la antigua ciudad llegando hasta el teatro y el anfiteatro. Por ello, el ensanche no es sino una recuperación de lo perdido a través de los conflictos. No fue hasta finales del siglo XX cuando comenzó a superarse la barrera natural del Guadiana, construir un extrarradio al otro lado del puente de Lusitania y ampliar con la periferia residencial hacia el norte, sur y este; éstas últimas ya con un trazado regular.
Hoy día, es una ciudad dedicada fundamentalmente al turismo y al comercio y se siguen descubriendo nuevos hallazgos arqueológicos bajo el subsuelo de Mérida. Esto, hace que dada la riqueza histórica, cultural y arqueológica, Mérida y su Conjunto Arqueológico Emeritense fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993.
Virginia Moraga Rodríguez