GERONA (Jordi Puig, 2009)
La siguiente imagen de Gerona corresponde con una lámina expuesta en La Casa de Lladó, una casa rural sita en Lladó, Gerona, en 2009, realizada por Jordi Puig desde el puente de Hierro.
La historia de la ciudad se remonta a la época de los íberos. Pompeyo, hacia el 77 a.C., construyó un oppidum (término genérico en latín que designa un lugar elevado cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del hombre y los ocupantes romanos fundaron la originaria Gerona, denominada en latín Gerunda. La ciudad de Gerunda se repobló, convirtiéndose en un importante centro de la región. A pesar de que se encontraba en el interior de la comarca y lejos de la costa, se favorecía de una buena conexión con el puerto de Ampurias, enclave comercial en el Mediterráneo occidental.
En el siglo I a.C., los romanos levantaron una poderosa fortaleza que trazaba un perímetro casi triangular; una especie de acrópolis, la Força Vella, muy bien protegida por muros construidos a base de grandes sillares de piedra. Fue el primer recinto de la ciudad, inalterado hasta el año 1000 y perceptible aún hoy en algunos paramentos de las murallas. La estructura de la ciudad de Gerunda era atípica e irregular donde las murallas no se utilizaban únicamente para fines militares, servían también para definir los límites de la ciudad y separarla del campo. Aun así se pueden distinguir las partes básicas de la ciudad romana.
Otra parte de la ciudad de Gerona la componía la agricultura. La producción agrícola y manufacturera se concentraba en los centros agrícola-ganaderos con los que se abastecía a la ciudad; la mayoría de las veces eran propiedad de los hacendados que vivían en la ciudad y delegaban la administración de las mismas a sus subordinados. Se cultivaban cereales, olivos y viñas, la ganadería la componían el ovino, vacuno y caprino, y existían, además, unos cuantas fábricas de cerámica.
Cuando llegaron los musulmanes, el nuevo poder impuso un tributo personal y territorial, pero éste no duró mucho por la cercanía con el imperio carolingio. La organización carolingia convirtió a Gerona en sede condal, y ésta pudo superar los tiempos más difíciles del peligro musulmán. Continuó el crecimiento de forma desorganizada propio de la edad Media (calles estrechas y sinuosas, ciudad refugio, nuevos barrios más allá de las murallas, etc.) y se construyeron nuevas murallas que reforzaron la plaza fuerte y fue ése el momento de máximo esplendor de la comunidad judía de la ciudad.
Su casco histórico o Barri Vell es uno de los cascos medievales que mejor se conserva de España. Se encuentra delimitado en el este por el llamado Paseo de la Muralla, el camino de ronda de las antiguas murallas carolingias (s. IX) y del bajo medievo (s. XIV y XV). Entre sus monumentos destacan el Call, antiguo barrio judío, así como las famosas y coloridas Casas del Oñar, construidas en la ribera de dicho río y muy cerca de la Catedral. El casco antiguo de Gerona contiene todo el patrimonio artístico más relevante de la ciudad y está cercado por inmensos lienzos de muralla que se pueden recorrer por el Paseo Arqueológico y el Paseo de fuera Muralla, con un bello mirador sobre la ciudad.
La impresionante fachada de la Iglesia de Sant Feliu, basílica originaria de los primeros tiempos del cristianismo, destaca entre los edificios. Éste era el templo principal de Gerona antes de la construcción de la catedral. Erigida en honor al mártir San Félix, su construcción se alargó desde el siglo XII hasta el siglo XVII y conserva buena parte del edificio románico, completado más tarde con las naves y las cubiertas góticas, y la fachada barroca.
Muy cerca de allí se encuentra la Catedral de Santa María, situada en el punto más alto de la ciudad. Su construcción se inició en el siglo XI en estilo románico, siguiendo en el XIII con el gótico, y se terminó en el siglo XVIII en estilo barroco. Conserva tan solo el claustro románico del siglo XII y la torre de la misma época que data del año 1040. Para acceder al templo hay una magnífica escalinata construida entre los años 1686 y 1699.
El crecimiento de la ciudad continuó entre los siglos XV y XVII, realizándose mejoras en las murallas para protegerla de los ataques de las tropas francesas en el marco de las numerosas guerras europeas. Hacia 1889, el Estado mayor del ejército español suprimió la categoría de plaza fuerte que ostentaba Gerona y se permitió el derribo de una parte de las murallas del sur de la ciudad. Gerona empezó a tomar la forma que tiene hoy en día, viendo cada vez más esquemas ortogonales, avenidas diagonales y ejes dominantes. Este crecimiento provocó también la creación de los ensanches de la ciudad, característicos de nuestro tiempo. De ahí la diferencia en las características de las construcciones que aparecen a ambos lados del río Oñar de nuestra fotografía: casas antiguas en el margen derecho del río y edificaciones modernas propias del siglo XX en el margen izquierdo del mismo.
Antonio Izquierdo