MADRID (José Morán Vázquez, siglo XX)
El casco antiguo de Madrid, con origen en la medina musulmana, surgió de un emplazamiento estratégico determinadas por una serie de limitaciones topográficas: la disposición del caserío original en las zonas elevadas sobre el río y el barranco de la calle de Segovia, donde se establecerán al lado norte la alcazaba y al sur los barrios mozárabe y judío.
Cuando Felipe II hizo de Madrid la capital de España, acordó con las autoridades de la villa establecer una llamada Carga de Aposento que las autoridades madrileñas pactaron con el rey, a cambio de que éste estableciese la capitalidad en Madrid. Los madrileños, no especialmente contentos, empezaron a construir las que fueron llamadas casas a la malicia, de una sola planta, para no sufrir las incomodidades de la Carga. Como resultado de esto el casco urbano se extendió rápidamente y en unos cuarenta años, a principios del siglo XVII, llegó hasta la cerca que más tarde se construiría y que perduraría prácticamente hasta el siglo XIX. De esta manera, mientras la ciudad volvía a crecer en altura, se había extendido con un trazado muy irregular y desorganizado.
Más allá de los bulevares que se abrieron cuando se derribó de la cerca del siglo XVII, se construyó el ensanche de la segunda mitad del siglo XIX, proyectado con un trazado ortogonal por Carlos María de Castro, y llegando la zona urbana hasta el entonces denominado Paseo de Ronda. A comienzos del siglo XX se planificó en su zona noreste la Ciudad Lineal de Arturo Soria. El ensanche se extendió hacia el este de lo que pasaría a ser el eje central de la ciudad, el Paseo de la Castellana. Estos cambios hicieron que el plano irregular de la ciudad fuera cambiando poco a poco, combinándose con zonas de morfología ortogonal y otras de plano lineal, a las afueras.
Desde finales del siglo XIX el centro histórico sufrió alteraciones puntuales de alguna importancia, siendo la intervención más significativa la apertura de la Gran Vía, que junto con otras partes en torno a la Castellana formaron unos ejes «pantalla» que aislaron a sus lados las zonas de menor altura de edificación y menor anchura del viario.
En resumen, el plano de Madrid ha ido cambiando a lo largo de su historia. Empezó con una ordenación desigual, y a medida que creció la ciudad, durante la Edad Moderna, se mezcló con un plano radial, haciendo que las calles mas importantes partieran del centro hacia las afueras. En el siglo XIX se construyó el ensanche y la Ciudad Lineal, haciendo de una parte del mapa urbano de Madrid una zona más moderna y ortogonal.
Alberto Pérez Martínez