La imagen que elegí me gustó por su exotismo. Se trata de una representación de la Plaza de Naqsh-E Jahan de Isfahan (Irán), de aproximadamente 1830, realizada por Eugène Flaudin, orientalista, pintor, arqueólogo y político francés (1809-1889), nacido en Nápoles, y Pascal Coste, renombrado arquitecto francés (1787-1879), nacido en Marsella. Entre los dos hicieron una colección de más de 200 imágenes (130 pinturas de Flaudin y 70 mapas de Coste), que fueron publicadas en dos libros: Viajes a Persia y Monumentos modernos de Persia, dedicados a la arquitectura musulmana y la política de este territorio a mediados del siglo XIX. La imagen escogida representa uno de los sitios más importantes de la ciudad; en ella se pueden observar algunos de los edificios más imponentes del mundo musulmán del siglo XVII.
Geográficamente, Isfahan se sitúa en el borde oriental de los Montes Zagros y en el centro de Irán, a 1500 m sobre el nivel del mar. Urbanísticamente, parte de la Plaza Naqsh-E Jahan, de forma rectangular; por sus medidas y los grandes monumentos que la rodean, es de las plazas más hermosas y grandes del mundo, y el centro en el que confluye un conglomerado de calles de forma concéntrica, que conectan con numerosas plazas y amplias avenidas. La ciudad está dividida por diferentes distritos o barrios y es atravesada por el río Zayandeh, un sistema de canales que distribuía el agua por toda la ciudad durante la dinastía Safávida. Este río está atravesado por infinidad de puentes de gran belleza pertenecientes a esa dinastía, destacando el puente Khaju por su arquitectura y grandes arcadas.
Al mirar la pintura podemos contemplar algunos monumentos significativos de la época Safávida. En el centro de la imagen se encuentra la gran Mezquita de Sha, que fue construida para el soberano de la dinastía Safávida, el Sha Abbas I, entre 1612-1638. Esta Mezquita está construida en el lado sur de la plaza. Sus dimensiones son de unos 100 metros de largo por 130 metro de ancho; destaca por su color azul, presente tanto por fuera como por dentro, conseguido gracias a un delicado trabajo de azulejos, así como infinidad de elementos decorativos en su interior.
A la derecha de la imagen se observa el palacio de Ali-Qapu, que al igual que todo el contorno de la plaza fue construido por el Sha Abbas I. En sus numerosas habitaciones, el Sha acostumbraba a recibir a nobles, embajadores y forasteros con grandes celebraciones y fiestas. También era famosa por su acústica la gran sala de música. Desde la terraza que coronaba el palacio con sus grandes columnas de madera, el rey y sus invitados presenciaban diferentes juegos que se llevaban a cabo en la explanada de la gran plaza, desde el juego de Polo, demostraciones de tiro, luchas de animales salvajes y carreras de caballos. En los sótanos del palacio se abría un túnel que atravesaba la gran plaza hasta la mezquita privada del Sha, la mezquita Shaeikh Lotfollah, que se encuentra en el lado oriental de la plaza,. Su nombre está dedicado al famoso Iman de la Corte Real, que atendía el culto religioso. Por su fama, el nombre se encuentra en inscripciones Coránicas dentro de la mezquita, que es rica por sus adornos y caligrafías.
Estos son tres de los monumentos que dominaban el perímetro de la plaza y que están representados en la pintura, todos ellos están coronados por un gran Bazar en la parte norte de la Plaza, donde los mercaderes llegaban a la ciudad para comerciar después de un largo viaje por el desierto, en plena Ruta de la Sada en el siglo XVII. El gran Bazar es el más grande del mundo musulmán, con 30 hectáreas de calles que configuran un laberinto de más de 4 km de largo que desembocan en la gran Plaza Naqsh-E Jahan. La elegancia de todo el conjunto hizo de la plaza una obra maestra de la arquitectura persa y el corazón de la ciudad de Isfahan.
Isfahan se convirtió en el centro cultural de Persia tras su conversión al Islam. Fue designada la capital del Estado Safávida desde el año 1598. Durante los siglos XVI-XVII favoreció el desarrollo de la cultura y el arte, haciendo de la ciudad una de las más populosas y bellas de su tiempo, y con frecuencia se la describe como un lugar paradisiaco y próspero tanto en lo cultural como en lo político. Su historia es rica y larga. Tras cruentas guerras entre Persia y el Imperio Otomano (1603-1605), la ciudad se convirtió en refugio de los cristianos armenios que huían de las persecuciones Otomanas. El rey Safávisa Sha Abbas I, les dio acogida cediéndoles terrenos, donde construyeron iglesias y monasterios. Desgraciadamente durante el siglo XVII, la decadencia de la dinastía Safávida llevó a la ruina la ciudad, que, después de ser invadida, quedó casi destruida.
Como curiosidad, la Plaza Naqsh-E Jahan es hoy completamente diferente a como aparece representada en la pintura, porque tiene grandes zonas verdes y un hermoso estanque en el centro. En cualquier caso, por sus monumentos y su belleza ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 1979.
Cristina Lechón Fernández