LYON (Georg Braun – Franz Hogenberg, 1572)

Esta imagen extraída de la Web raremaps.com pertenece a la colección de Georg Braun & Franz Hogenberg en su obra “Civitates Orbis Terrarum” cuya fecha de realización fue entre 1572 y 1617. La obra fue editada y comentada por el teólogo George Braun quién añadía  datos acerca de la historia y la importancia del centro urbano a cada lámina; Franz Hogenberg, cartógrafo, fue el encargado del grabado en su mayor parte. La obra Civitates pretendía complementar otro atlas de 1570 añadiendo a las imágenes de las ciudades otros elementos como trajes típicos, embarcaciones, escenas de la vida cotidiana, etc. La lámina que nos ocupa representa el plano urbano de la ciudad de Lyon y alrededores en 1572.

La ciudad de Lyon se halla enclavada en la confluencia de los ríos Saône y Rhône, que forman una pequeña península, y entre las colinas de Fourvière (al Oeste) y la Croix-Rousse (al Norte). La colina de Fourvière fue el lugar elegido para el asentamiento romano ya que la altura de la colina, la cercanía del río navegable y su situación respecto al resto de la Galia la convertían en un lugar idóneo a nivel estratégico y de comunicaciones.  Tanto es así que su emplazamiento en la mitad sur de Francia y la navegabilidad de sus ríos la convirtieron en el punto de partida de numerosas rutas comerciales en la época romana y Lyon llego a ocupar el puesto de capital de la Galia entre los siglos I a.C y III d.C.

Los límites físicos de la ciudad (colinas y ríos) determinaron el crecimiento de la misma. En primer lugar la ciudad se expandió en el margen derecho del Saône a los pies de la colina Fourvière conformando el Vieux Lyon (viejo Lyon) y a los pies de la colina Croix-Rousse donde los romanos construyeron una serie de edificaciones dedicadas al culto y erigieron murallas tras ambas colinas para fortificar la ciudad.Más adelante, como ya se puede apreciar en la imagen, se desarrolló el interior de la península. Se llevó a cabo un plan de expansión urbanística (iniciado en el siglo XVII) alrededor de la actual plaza Bellecour (entonces plaza Real) para acabar con el hacinamiento y las epidemias causadas por el aumento de la población debido al creciente comercio de la ciudad.

Así pues, en el grabado y la actual ciudad de Lyon se distingue el trazado irregular de la ciudad en la colina Fourvière y la Croix-Rousse, que data de la época romana; y un trazado más ortogonal (sin serlo del todo) en la parte de la península que rodea la plaza Bellecour (fruto de las expansiones del siglo XVII).

Lyon ha sido siempre una ciudad dedicada al comercio dada su situación geográfica privilegiada, lo que la ha hecho gozar de gran poder económico y político en diversos periodos de la historia (recordemos que fue capital de la Galia). Este gran valor también la hizo diana de grandes pillajes y asaltos en las épocas bélicas que requirieron numerosas reconstrucciones y recuperaciones. Las orillas de sus ríos siempre dieron cobijo a artesanos de todo tipo (que se ubicaba en el Viux-Lyon) y a partir de 1536 fue autorizada a fabricar seda, mercado que permanece hasta la actualidad con gran renombre (ubicado desde el siglo XIX a los pies de la Croix-Rousse). También Lyon es reflejo de los diferentes cultos que en ella se dieron con restos de monumentos de culto romano y numerosas iglesias cristianas de estilos arquitectónicos diversos.

Desde la mitad del pasado siglo, se ha producido un aumento en el turismo de la ciudad que viene para hacerse con sus famosas sedas, disfrutar de su gastronomía y comprobar cómo Vieux Lyon mantiene intacto su origen renacentista desde que en 1964 se convirtiera en la primera área protegida de Francia. Como edificación más destacada de la zona se yergue en el grabado la catedral Saint-Jean, que desde su construcción entre 1180 y 1480 ha sido testigo de concilios, nombramientos papales, bodas reales, incluso de la admisión como cardenal del duque de Richelieu. La importancia histórica de la vieja Lyon y su magnífica conservación le valdría en 1998 su inclusión por la UNESCO en el Patrimonio de la Humanidad.

Ángel Fernández San Miguel

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